AQUELLOS SILENCIOS QUE MI ALMA HA GUARDADO DURANTE TANTOS AÑOS,AHORA HABLAN EN ESTE RINCÓN PERDIDO, EN EL QUE SE ENTREMEZCLAN LOS ECOS DE LO REAL Y LO IMAGINARIO, QUE LLEGAN, DESDE LO MÁS PROFUNDO DE MIS ADENTROS.

Tú acomódate, desnuda tu cuerpo y tu alma, embriágate del aroma a sándalo… y sueña.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Noche de Reyes



Agatha permanecía sentada en el sofá, con sus piernecitas cruzadas como si fuera un indio, y sus redondos ojos negros abiertos como platos. Llevaba ese pijama de felpa rosa con perritos blancos, que tanto le gustaba.


Elenita, la única niña de toda la clase que sacaba sobresaliente en todas las asignaturas, menos en gimnasia, le había dicho que los reyes magos no existían. Agatha se lo había negado con todas sus fuerzas, hasta que las lágrimas inundaron sus ojos y no le dejaron ver. Pero Elenita, riéndose de forma chirriante, se lo repetía una y otra vez, “los reyes no existen, los reyes no existen, son los padreeeeeess”.

Así que Agatha, había decidido quedarse despierta toda la noche, para poder comprobar por ella misma, quien eran los Reyes magos. Sus padres no habían podido convencerla, así que se habían ido a la cama, a la espera de que la niña se quedara dormida.

Sentada en el sofá, le contaba cuentos y cantaba canciones a Tico, su precioso oso de terciopelo rojo, para evitar dormirse. Pero cada vez le costaba más mantener sus grandes ojos abiertos, y poco a poco iba cayendo en los confortables brazos de Morfeo, cuando de pronto, oyó un ruido.

Ante ella, y por todo el comedor, revoloteaban pequeñas partículas doradas, como si un polvo de hadas lo envolviera todo. Allí estaba lo que había pedido en su carta, el cochecito para llevar a Tico, el vestido de princesa, el tocador mágico, y el juego para crear perfumes, además, había otros paquetes envueltos que no sabía que eran, ¡los reyes siempre la sorprendían!

Un extraño movimiento llamó su atención, fugazmente pudo ver como desde la puerta, Baltasar le guiñaba un ojo y desaparecía sin dejar rastro. Agatha, rendida por el sueño y la emoción, abrazada a Tico, se quedó dormida.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Vixen

Un ligero y alegre tintineo de campanillas, se filtraba por los gruesos ventanales que daban al jardín. Pablo pegó su carita al vidrio, haciéndose una visera con las manos, para poder ver de donde procedía tan peculiar sonido. Pero no vio nada, o al menos nada interesante, sólo el abeto vestido de incontables lucecitas de colores, y el delicado manto blanco de la nieve cubriéndolo todo. Así que se acomodó frente a la chimenea, para seguir con su carta a Santa Claus.


Vixen estaba muy asustado, a lo lejos vio la cálida luz de una pequeña casa, a la que se acercó sigiloso. Pegó su redonda y húmeda nariz al frio cristal, observando como el pequeño niño, escribía algo, sentado frente a la chimenea. No sabía cómo podía haber pasado, pero había sucedido, se lo habían advertido sus compañeros, “déjate de tantas travesuras, que un día de estos, te despistas y te pierdes”.

Una vocecita interrumpió sus pensamientos.

-¡Mira papi, es Vixen, el más travieso de los renos de Santa Claus!

Aquella noche buena


La noche coronada de pequeñas luces de colores, cubría con su oscuro y frio manto, los frágiles hombros de la débil anciana. Una vieja televisión como única compañía, llenaba de villancicos la estancia. Aquella que fue hija, hermana y madre, y que no supo si fue abuela, cerró sus ojos mientras su delicado cuerpo, dejaba de tiritar en el sofá. Una sutil luminiscencia entró por la ventana, colmando la habitación de brillantes destellos, que se fueron posando sobre los escasos y roídos muebles. Un ligero siseo de roce de alas, y una sola lágrima, al final de la luz, un ser alado con sus brazos abiertos, con un, ¡feliz navidad!, en sus labios, y lleno de paz, recibió a la anciana.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Corazones en tu espalda

Aquella noche de cálida brisa, llegué suspendida de mil sueños a tu ventana. La encontré entreabierta, quizás un descuido, o quizás, un eterno deseo.

Entré silenciosa, sutil, transparente, como el incorpóreo humo de un cigarro. La azulada luz nocturna se coló pegada a mi espalda, y se posó sobre tu piel iluminándote como un cuerpo celeste. Pude observarte desde uno de los ángulos de la estancia, desnudo, tumbado sobre tu cama.

Mi ser, hasta ese momento vaporoso y frio, empezó a materializarse, a solidificar el deseo que crecía en algún punto de mi. Y pude ver mi reflejo en el espejo de pie de tu habitación. Pequeñas gotas brillantes resbalaban por mi piel, dejando tras de sí el ligero pero inconfundible aroma de la pasión.

Tus ojos se abrieron lentamente, y tu mirada me recorrió entera, masajeando mi cuerpo, penetrando por todos mis orificios, elevando a lo imposible mi apetito de ti.

Tumbado boca arriba abriste tus piernas en un lascivo gesto de provocación, y el ardor que me invadía por dentro, insinuó mi debilidad.

Incapaz de postergar el momento me acerqué a ti, tus ojos se cerraron dejando tu cuerpo a mi disposición, indefenso, vulnerable. Y yo abusé, abusé de tu cuerpo, de tu mente y de tu alma.

Se enlazaron nuestros seres, creando nudos indisolubles, tus labios dibujaron nubes en mi pecho, y lo míos, corazones en tu espalda.

No cabía tanto deseo, el infinito se quedó pequeño, y en ese encuentro sutil, yo me impregné de ti, y tú, te empapaste de mí.

Dos seres en un deseo, fundidos en el placer, no me olvides, una de estas noches, volveré otra vez.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Silencios




Hay silencios, que lo dicen todo sin usar palabra, hay silencios que llagan, y otros que visten de añoranza. Hay silencios que otorgan, y otros que engañan. Hay silencios buenos, necesarios, silencios obligados, y a veces, deseados. Hay silencios que matan, y algunos que aman, hay silencios y silencios. Hay silencios, que sólo viven, cuando todos callan.

domingo, 10 de octubre de 2010

Mariposas en ...



Dormía profundamente, cuando en mi piel, empezaron a posarse mariposas. Mariposas suaves, sutiles, vaporosas. Cubrían mi cuerpo desnudo de cualquier sensación, de cualquier tela, de cualquier líquido.

Se posaban lentamente, como a intervalos exactos, como medidos por el segundero de un reloj. Eran mariposas pequeñas, húmedas, incluso quizás, una pizca viscosas.

Fui poco a poco saliendo de mi ensueño, sintiendo en mi cuerpo el despertar de los sentidos, el calor febril de la piel floreciendo al deseo. Y mi mente descubrió que las mariposas que ella había creado, en realidad eran tus besos, tus labios posándose sobre mi cuerpo.

Y al entreabrir mis ojos, y observarte como un niño, concentrado en un cuento, me di cuenta, que no hay besos, ni abrazos, no hay palabras, ni deseos, no hay pasiones, no hay sueños, que expresen, todo lo que te quiero.

jueves, 30 de septiembre de 2010

A mi perro de tres patas

Envuelta en unos de mis silencios, te observo detenidamente. En tus ojos, si no fuera porque es de día, diría que brilla en ellos la luz de la luna. Pero no de esa luna triste y fría de los ignorantes sentimentales. Sino el de la luna enamorada, de la luna tierna como una madre, de la luna cálida que baña la selva, mientras los que duermen, duermen, y los que no, hacen lo que pueden. Y entonces recuerdo la primera vez que los vi, no había ni luna, ni sol, ni estrellas en ellos. Eran opacos, sin brillos ni destellos.

Me miras con ojitos de enamorado, como adorándome en extremo, y yo sonriéndote triste, te imploro, no me adores, ni te enamores, no lo hagas, no lo merezco, pero tú, lo sigues haciendo, o eso creo.

Caminando tras de ti, por el interminable paseo de la playa, observo tu gracioso caminar renqueante. Imposible pasar inadvertidos, y la gente, como queriéndose sentir mejor, te admiran y dedican palabras de alago y cariño, ¡qué pena! ,¡pobrecito!, ¡qué preciosidad! Pero se equivocan, es fácil ser tan generoso cuando ya no hay problema, cuando no hay que involucrarse, y tú los miras, sin entender esos raros ruidos que hacemos los humanos. Y yo contengo mis ganas de gritar, ¡no! ¡No señores! Fue qué pena, fue pobrecito, pero ya no lo es, ahora es uno más de tantos perros que conviven con sus dueños en sus casas, pero todavía quedan muchos que pena, y muchos pobrecitos esperando en las perreras una oportunidad para ser y hacer feliz a los que los rodean. Pero claro, supongo que eso es otra historia.

Ahora duermes feliz en esa camita tan chula que te hemos comprado, levantas tus orejas al oírme llegar, y en tus ojos brilla la luna, ahora llena, eternamente bella, y en tu mirada tanta ternura que me estremezco, desprendes tanto amor, que llenas los espacios de paz.

Y hay quien dice que te ha tocado la lotería, pero yo pienso que la suerte ha sido mía, y doy gracias al destino, que te puso en mi camino.

viernes, 20 de agosto de 2010

Recordandote

viernes, 23 de julio de 2010

Felices vacaciones



El calor aprieta y la humedad cubre mi piel. Mi mente adormecida inventa historias cálidas, en las que tu cuerpo es mi musa, el centro de mi pensamiento obsceno, la provocación de mis delirios. El ventilador remueve el pesado aire caliente que flota espeso en el salón. Mi cuerpo desnudo sobre el sofá te espera paciente, mientras tú, impávido, paseas por el filo de tu personal abismo.

Debe ser el calor, o la humedad que penetra en nuestros cerebros abotagándolos, debe ser el bochorno insoportable, que hace que yo recorra los rincones buscándote, mientras tú, te buscas a ti mismo.

Y ante el deseo insaciable de mi cuerpo, y ante la obsesión calenturienta de mi mente, he decidido tomarme un respiro, refrescar mi alma, y coger unos días de vacaciones.

Me voy, pero no prometo nada, no os aseguro, que una de estas noches de asfixia húmeda, no me cuele en vuestros sueños, y abuse de vuestros cuerpos.

Lo siento, cuando entráis en mi arca, me abrís la puerta de vuestros sueños en los que cada vez que puedo, sin piedad me cuelo.

Así que felices vacaciones a los que las tengáis, felices días a los que no, y nos vemos en vuestros sueños.

jueves, 8 de julio de 2010

A veces



A veces, lo único que puedo hacer es sentarme a esperar. ¿Esperar que?, quizás una señal, una sonrisa pícara, un guiño de ojos, o que se apague una estrella. Pero la espera se vuelve eterna, absurda, inocua. Aunque no por ello dejo de hacerlo, esperar, esperar, y seguir esperando.


Y el tiempo pasa, la vida sigue adelante, los días se suceden unos a otros, junto con las semanas, los meses, y los años. Y yo sigo ahí, sentada, esperando, viendo la vida pasar, respirando.

Diríase que es una triste leyenda, pero nada más lejos, porque para mí, eso, es esperanza. Esperanza de que algo cambie, o cambie todo.

A veces, mientras doy sosiego a mi cuerpo en la espera, mi mente se acelera, y llega a todas aquellas cosas que quiero mantener lejos, porque todavía duelen, queman y rasgan heridas, que jamás llegaran a sanar.

A veces, mi esperanza se desespera mientras espera, pero dime ¿en qué momento se apaga una estrella?

miércoles, 23 de junio de 2010

Llora una estrella

La vi caer, pequeña, diminuta, pero muy brillante, deslumbrante. Calló lentamente, como si de una pluma se tratara. Con esa delicadeza elegante con la que sólo caen las cosas vaporosas, sutiles.

Y como buscando su sitio, como si tuviera la firme certeza de donde debía caer, se posó en tu pecho, que subía y bajaba lentamente al relajado ritmo de tu sueño. Por un momento su destello iluminó la habitación en cuyas paredes, se dibujaron nuestras siluetas.

Me quedé mirándola detenidamente. Era pequeña, muy pequeña, pero tremendamente luminosa. Me sorprendió que tú no despertaras, no entendí que no te quemaras, puesto que al acercarme para observarla, percibí su calor, el ardor que desprendía.

Entonces, por miedo a que te lastimara, intente cogerla para apartarla de tu piel, esa piel, por mi tan amada. Pero al rozarla, al ligeramente acariciarla, se deshizo, se descompuso en miles, millones de partículas que fueron desapareciendo lentamente, apagándose sin remedio. Y volvió la oscuridad, nos envolvió de nuevo la noche, como si nada antes hubiera pasado.

Me abracé a tu cuerpo, y mientras me quedaba dormida, vi como pequeñas lágrimas incandescentes caían sobre nosotros, cubriendo nuestros cuerpos, convirtiéndonos en dos seres luminosos.

Te desperté, para que vieras lo que estaba sucediendo, y tú, al verlo, esbozaste una sonrisa, y mirándome a los ojos dijiste: Tranquila, no te asustes, sigue durmiendo, es sólo una estrella, que al vernos tan felices, llora de envidia.

sábado, 5 de junio de 2010

Al borde de mi piel

Me siento más mujer que nunca, mi cuerpo me habla de tantas experiencias vividas, y otras tantas soñadas, todas ellas acumuladas en estos años, algunos buenos, otros no tanto, y otros, que conseguí olvidar.


Mis ojos, enmarcados por pequeñas pero profundas arrugas, que salen de dentro, producidas por algún sufrimiento, y por tantas y tantas sonrisas, por tantas y tantas carcajadas, observan la vida coronada de sentimientos que pasa delante de ellos, mientras yo me zambullo de lleno en ella, sin dejarla pasar, sin quedarme indiferente, saboreando cada segundo, bebiéndomela a borbotones, sin pensar en el miedo que inevitablemente me produce su velocidad.

Bajo mi suave piel late mi sexualidad, mi pasión, mi deseo. Y a cada segundo esta mujer que llevo dentro, necesita ser saciada, con una mirada, con un gesto, con una palabra. Bajo mi suave piel, ardo ante los ojos que me miran, entre las manos que me acarician, bajo el cuerpo que me cobija.

Me refugio en mis silencios, en mi buscada soledad, o en algunas palabras, con las que juego a intentar decir algo. Otras veces simplemente me cobijo en este rincón, que siento extraño, lejano, pero a la vez tan intimo, que es capaz de despertar mis miedos, de una forma absurda, irracional.

Y entre esos placeres, entre esos deseos, entre esa pasión, te encuentras tú, que me observas en mi desnudez, mirando por la rendija de la puerta entornada que no te atreves a cruzar, en esa sexualidad estás tú, que aunque quieres pasar en silencio, tu almizclado aroma, delata tu presencia.

Acercarte a mí, desnuda tu cuerpo, asómate al borde de mi piel, y déjate llevar por mi pasión, seguro que seremos capaces, de inventar mil historias.

viernes, 28 de mayo de 2010

Sobre un rayo de luna


Sentada sobre un rayo de luna, pensando en ti, en el cálido latir de tu pecho. En todas esas historias que nos quedan por vivir. En las caricias que descansan en nuestros cuerpos, en esos besos que humedecen nuestros labios, en esos sentimientos. En tantas cosas que te he dicho, y tantas otras que te quiero decir.

Sentada sobre un rayo de luna, pensando en ti, en el calor de tu pecho en mi espalda, en el de tus manos en mi pecho. En todos los te quiero, los que hemos pronunciado, y los que hemos callado. En todas esas miradas, en todas esas palabras, en todos esos sueños, y en tantos y tantos momentos.

Sentada sobre un rayo de luna, pensando en ti, me encontré llorando, de tanto y tanto sentir.

miércoles, 5 de mayo de 2010



Las pequeñas arrugas de alrededor de tus ojos se acentuaron al mismo tiempo que las comisuras de tus labios subieron suavemente. Tu perfume me llegaba envolvente, y tu voz me dio la bienvenida.

Los recuerdos se agolpaban en mi mente, llenándome de mil sensaciones, todas buenas, todas ya conocidas. Tu mano sobre mi cintura erizó mi piel y encogió mi alma. El oxigeno cogió cuerpo espesándose como un buen caldo. Lo notaba colmar mis pulmones, casi haciéndome daño.

Una lágrima rodó por tus mejillas sombreadas por la barba incipiente, que me rascó levemente cuando tus labios envolvieron los míos. La suave tela de mi camisa me acaricio la espalda al deslizarse lentamente hasta caer al suelo. Tus ojos me observaban con presura, con pasión, como si el tiempo se nos acabara, como si no pudieras esperar ni un solo segundo, como si esa fuera nuestra única oportunidad.

Tu piel ardía entre mis manos, y apreté mi pecho contra el tuyo, me fundí con tu cuerpo, sintiendo dentro de mí tus latidos, tu respiración. El dolor de los sentimientos profundos y pasionales atravesó mi ser, y haciendo un gran esfuerzo, conseguí que mis lágrimas se quedaran en mí, muy dentro.

Hacía tiempo que imaginaba el momento, aunque nunca pude pensar que algún día llegara a ser verdad. Apenas nos conocimos, pero esa mirada, me dijo tanto. Y ya sin volverte a ver, a veces, sin saber porqué, tu recuerdo me sorprendía imaginándote entre mis brazos, enredado en mi cuerpo. Y entonces, sin poder imaginarlo, sin ni siquiera pensarlo, te encontré, o debería decir que me encontraste, quizás simplemente nos encontramos. Y dejamos detrás nuestras vidas, sin pensar en consecuencias, sin importarnos lo que pasaría después, lo que nos pesaría el encuentro.

Y caímos desnudos, el uno en el otro, olvidándolo todo, sin recordar nuestros nombres. Una primera, única, y última vez, que colmó nuestras ganas, creó nuestra añoranza. Y dejó esa llaga que me duele, que seguro te daña, que nos une en las noches, en las que te llamo, o me llamas.

Nos encontramos cuando ya no había hueco, ni sitio, ni nada, que pudiera dar cabida a nuestra pasión, que diera espacio, u oportunidad a nuestra extraña historia.

Y es que da tanto miedo, cuando lo que sientes… es tan irracional.

jueves, 8 de abril de 2010

A mi vuelta


Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar

                                        
Extracto del bello poema de Antonio Machado, que ahora más que nunca, me dice tanto.

La experiencia fantástica, la compañía mejor. El cansancio, el esfuerzo, el sacrificio, fueron nuestro equipaje. Hundidos en el barro dejamos nuestros temores. La amistad, la paz, el temple, fueron calando con cada gota que humedeció nuestros rostros.

En cada bosque y en cada pasto encontramos el bálsamo de nuestras llagas. De aquellas que surgieron en el camino, y de las que ya llevábamos con anterioridad.

Días que nunca podré olvidar, momentos incrustados en mi corazón, que en él permanecerán. Mi alma luce sin nubes, mi espíritu desnudo de cargas absurdas que dejé entre los guijarros del camino, se dispone a continuar, un poco más puro, un poco más libre.


martes, 30 de marzo de 2010

A quien le pueda interesar


Estos días me voy a peregrinar, es casi una necesidad, lo necesita mi cuerpo, lo necesita mi alma, pero sobretodo, lo necesita mi mente.

De mi cuello una cruz, en mi espalda muchas más. Andaré caminos, buscando aquello, que todavía no he logrado encontrar. Es una pena pensar, que caminaré sabiendo, que hay cosas que no lograré dejar atrás.

Espero que las lluvias del camino limpien mi espíritu, que últimamente anda algo sucio. Conmigo y en mí vosotros, en cada uno de mis pasos.

Os dejo esta arca, no la cuidéis, no vale la pena, aquí no hay nada que mantener a salvo, todo se puede evaporar, sin que nada pase.

Me voy, con la idea de volver, aunque nunca se sabe.

Entretanto y como siempre, mil besos, no a repartir, mil para cada uno.

Noches de piel fria



Mis ojos apenas conseguían permanecer entornados, lo justo para no dejar de ver. Era como un abandonarse sin querer, pero queriendo, ya sabes. Mi cuerpo se excitaba, sólo, quizás por la madrugada, quizás por haber leído tus letras, quizás simplemente por una necesidad biológica, quizás… quien sabe.

Mi mente empezó a crearte, tus manos eran robustas, varoniles, pero suaves, cálidas. Ellas me recorrían dibujando mis curvas, erigiéndome perfecta. Tus labios carnosos se paseaban por mi piel humedeciéndola, erizándola, extrayendo su esencia. Yo me dejaba caer en la pasión, en tu pasión, tan lejana, tan extraña, y tan poderosa a la vez.

La pregunta de siempre en mi mente, yo queriéndola alejar, sabía lo que pasaba cuando no podía contenerla, sabía la imposibilidad de hacerlo, sabía que tú lo sabías, sabía que ella como siempre te iba a alejar. Quería ocupar mi mente en la composición de tu cuerpo, en ese placer tan excitante que me produce imaginar tu pecho cubierto de vello, la oscuridad de tus ojos, tu pelo cubriendo tu frente. Quería inventar tu aroma, el sabor de tu sudor, las marcas de tu piel, quería tenerte, y en ti perderme, quería, quería, quería, pero la pregunta, inevitablemente acudió a mi mente ¿Dónde estás? Y entonces mis ojos se abrieron de repente, ante ellos la de siempre… ya sabes, esa, que todo el mundo teme.

Mis ojos apenas conseguían permanecer entornados, lo justo para no dejar de ver. Era como un abandonarse, para poder encontrarte otra vez, ya sabes, pero como siempre, no hubo una segunda vez, solo un susurro en el ambiente, no me dejes, pero te fuiste, desapareciste, como siempre, vuelve, no te alejes. Una noche más de piel fría, una noche más, de manos vacías.






miércoles, 24 de marzo de 2010

Dos corazones


Dos corazones cuelgan de mi llavero, deberían colgar de vuestro cuello, pero os marchasteis sin mirar atrás

Aquí me quedé, llorando por vuestra ausencia, triste por mi soledad, el tiempo avanza implacable, mientras yo os veo marchar.

Las paredes supuran vuestros recuerdos, el aire remueve vuestro aroma que se quedó impregnando este espacio, que sin vosotros, ya no es lo mismo.

De vuestros ojos brotaron mis lagrimas, aquellas que nadie vio, aquellas que escondí, esas que sigo llorando, las que poco a poco van calando, muy dentro de mí.

Os he querido tanto, me disteis tanto amor, que vuestra energía vive en mi, y mezclada con la mía, nos mantiene unidos, haciéndome ser un poquito mejor, de lo que anteriormente fui.

martes, 23 de marzo de 2010

Neska

Te has ido contenta, y me has dejado muy triste, te voy a echar mucho de menos, dale unos cuantos lengüetazos a Drako de mi parte, aquí no te olvidaremos. Adiós mi loba

sábado, 13 de marzo de 2010

Tanta soledad


Cuarenta y dos, así, sin apenas respirar, da vértigo mirar hacia atrás, por las caídas más que nada. Una pregunta en la mente, ¿Cómo llegaste hasta aquí? Sólo una estúpida respuesta, en la que quizás, es mejor no pensar.

No hay dolor, ¿Quién dijo esa sandez? Pues claro que lo hay, mucho más del que se siente. Y ahora, volver a empezar, de la nada, sin nada. Hay que seguir hacia delante, no quedan más cojones, siempre hay que continuar.

¿y el descanso del guerrero? ¿Dónde está? O es que a caso no hay alivio entre batallas, sólo cuando finaliza la guerra. Por eso hay quien muere de agotamiento, evadiendo su mente de su cuerpo.

Hay tanta soledad en el camino, apenas lánguidas luces que te iluminan de vez en cuando, diminutas hogueras que en algún momento calientan con levedad. Hay tanta soledad, que las lágrimas cristalizan en el silencio, sin que hayan servido para nada, y es que, inevitablemente, hay tanta soledad…


martes, 9 de marzo de 2010

Pensando en ti


Sé, tengo la certeza de que existes, llevo toda la vida buscándote, desde el principio de los tiempos, vago persiguiéndote en sueños.


Soy como barco a la deriva, y me dejo mecer y mimar por brisas de paso que dejo marchar. Pasa el tiempo y mi rumbo sigue equivocado, te sigo buscando, sin saber, si llegará el momento, en que te tendré a mi lado.

Sé que tú también me andas buscando, a veces, el vapor de agua que desprenden tus lágrimas humedece mi alma calando en el lugar donde nacen mis palabras. Me llega tu añoranza, vestida de seda color plata, son susurros de nostalgia que me abrazan por la espalda, en las noches de mis soledades, en las que presiento tu presencia, en las que tanto me haces falta.

Sueño con tu piel templada enredada en mis deseos, vestida con mis miedos. Me sueño deseada, amada, añorada, mil veces conjeturada en tu cerebro, evocada por tus manos, inventada por tus labios. Sueño que te encuentro, que me encuentras, que te tengo, que me tienes, y de tanto soñar, al final, duermo.

jueves, 4 de marzo de 2010

Aunque ya es tarde




Es como caminar por un bosque oscuro, no sé hacia donde debo ir, y aunque me quiero marchar, no sé exactamente cómo debo hacerlo.

Tu voz acalla los susurros del viento, y mi pensamiento se obceca en un sinsentido, que casi dura toda una vida. Hay algo que ata mis sesos a la yema de tus dedos. Son como hilos invisibles pero poderosos, imposibles de romper, y aunque intento y lucho por soltarme, cada vez, me siento más atada.

Busco la llave de los candados que me encierran, a veces con desgana, otras con miedo, y siempre, siempre con el sentimiento de emprender una batalla perdida.

¿Cómo llamarías tú a esto? Seguro que tienes una definición exacta, o mejor aún, seguro que tienes un eterno silencio.

Cada vez cuesta más perdonar, se vuelve muy difícil olvidar, el saco a cada paso pesa más. Sentir se convierte en utopía, el fuego de mi pasión ha quemado mis terminaciones nerviosas, ahora ya, mis lagrimas sólo brotan, cuando se quedan sin aire mis pulmones, cuando mi sangre se espesa de tal forma, que a mi corazón se le hace imposible poderla bombear.

Me siento perdida en ese bosque que oscurece sin remedio, ese bosque cada vez más frio, más silencioso, más inhóspito, ese bosque, en el que tu presencia, ya no hace que salga el sol, en el que tu presencia, lo empapa todo de soledad.

Escucha un momento, y mientras me recompongo, dejemos a un lado la monotonía, aunque ya es tarde, atrevámonos a soñar.


miércoles, 17 de febrero de 2010

Ahora que ya no te quiero




Te regalé mis sueños, sin envolver siquiera, desnudos bajo el sol de mi esperanza. Te amé durante todos estos años, a corazón abierto, como sólo se hacerlo, y te entregué mi vida, sin guardar nada, sin retener sentimientos. Pero en los malos momentos, sólo encontré tus silencios, tu quietud, tu no hacer nada.


Te entregué mis lágrimas, las de agua, las del corazón, las del alma, y cayeron en un inmenso océano, donde se perdieron, donde no sirvieron para nada.

Ahora sólo me queda la calma, la del desamor, la de la tristeza, la del dolor. La que llega después de la tormenta, la que te hace olvidar, la que te ayuda a seguir, la que te sana. Así, que ahora que ya no te quiero, ahora que no te pienso, ahora que ya no siento, solo te puedo decir adiós, ya no me debes nada.

domingo, 14 de febrero de 2010

Feliz San Valentín

Pasaste junto a mí con tu ritmo uniforme, la fragancia a gel fresco que dejaste tras de ti fue lo primero que me llamó la atención, pero tan sólo duró un segundo, porque al poner mi mirada en ti, mi mente se llenó de tus glúteos apretados bajo las mallas, y el ondular de tu pelo vestido por el sol de la tarde.


Vi como te alejabas y observando tu maculina espalda te imaginé más joven. Seguí mi camino al ritmo de la música que salía de mis pequeños auriculares, tras mis gafas oscuras vislumbraba la playa que se extendía a lo largo de todo el paseo, las palmeras se mecían lánguidas, acariciadas por la brisa que lo impregnaba todo con su suave olor a yodo. Mis pasos incansables parecían llevarme hacia algún lugar, aunque mi paseo como siempre, era hacia ninguna parte.

Dejé atrás el adoquinado paseo para seguir por el terroso camino de la playa, entonces te vi venir siguiendo con tu sesión de footing, te reconocí por tu curiosa camiseta de vivos colores y el movimiento de tu melena. Te observaba atenta, confiada tras mis gafas opacas que me proporcionaban un discreto escondite desde el que poder repasarte sin temor. Me alegró comprobar que eras más mayor de lo que al verte ir me había parecido, y de repente sucedió algo que me sorprendió. Al pasar por mi lado me miraste y me guiñaste un ojo, tropecé, y de reojo pude ver cómo sonreías.

Dices que ya me habías visto otras veces, y no entiendo como tu culito respingón pudo pasarme inadvertido. Ahora eso ya da lo mismo, la luz de tus ojos, y las palabras que pronuncia tu boca, me interesan mucho más.

Feliz San Valentín, piensa un mí, aunque sólo sea un poquito.

lunes, 1 de febrero de 2010

Desde mi deseo


La brisa acariciaba el tiempo que sometía mi pensamiento. Tu cuerpo intangible llenaba mis sesos de mil sensaciones pasionales, obscenas.



Como siempre, sólo eras un sueño, cálido, húmedo, un sueño profundo, tanto, que el aroma de tu piel impregnaba mis manos.



En el ambiente flotaba tu nombre, prohibido, imposible de pronunciar. Reflejado en mis pupilas, el movimiento de tus caderas, lento, suave. Y tú, dentro de mí, muy dentro, llenándome de ese deseo irracional que me provoca imaginarte enredado en mi cuerpo.



En tus ojos brillos de ausencia, esa que se clava en mi corazón solitario, ese corazón helado por el paso del tiempo, que de no tenerte se quiebra. Sólo veía la curva perfecta de tu espalda que se mostraba de terciopelo bajo la yema de mis dedos. Huías entre las sombras de mi somnolencia, dejándote encontrar en algún momento, para saciar mis ganas febriles de ti.



Al alcanzarte mis manos se volvían de arena, arena tostada por el sol, que recorrían tu cuerpo masculino que latía y estremecía entre mis piernas. Tu rostro pincelado de deseo me provocaba lascivia infinita que recorría mi cuerpo como un escalofrío insoportable, imposible de resistir.



Y mi cuerpo convulso se abría ante ti, abarcando todo el deseo que tiene cabida en este mundo.



He de confesarte, que eres mi más puro deseo.

jueves, 14 de enero de 2010

En un hueco



En un hueco de mi cuerpo, donde sólo queda la suavidad de mi piel, en un hueco cálido, eterno, un hueco adormilado por la espera, un hueco profundo, escondido. Un hueco donde late mi sensualidad, donde mi pasión efervescente te anhela, un hueco que habla de mis silencios, de mis temores, de mis pasiones prohibidas. Un hueco en el que te quiero tener, en el que quiero que te pierdas, un hueco, en el que si me dejas, guardaré todos tus besos, y la pasión que en ellos me entregas.