AQUELLOS SILENCIOS QUE MI ALMA HA GUARDADO DURANTE TANTOS AÑOS,AHORA HABLAN EN ESTE RINCÓN PERDIDO, EN EL QUE SE ENTREMEZCLAN LOS ECOS DE LO REAL Y LO IMAGINARIO, QUE LLEGAN, DESDE LO MÁS PROFUNDO DE MIS ADENTROS.

Tú acomódate, desnuda tu cuerpo y tu alma, embriágate del aroma a sándalo… y sueña.

martes, 18 de enero de 2011

Nuestra última vez

Es momento de apretar los labios y abrir las manos recorrer tu joven cuerpo, terso, musculoso, suave. Me dices que me amas y yo no lo quiero oír, se que así lo sientes aunque no sea verdad. Acallo tus palabras cerrando tus labios con los míos, nuestros cuerpos cálidos, templados, se complementan en sus movimientos, en su sed, en sus ansias de deseo.


Te sumerges entre mis piernas paseando tus carnosos labios por el filo de mi pubis, el planeta se me queda pequeño mi cuerpo convulsiona, mi espalda se arquea y mis piernas abiertas te piden más. En este momento no hay edad que nos separe, somos sólo dos amantes inmersos en el placer que nos proporcionan nuestros cuerpos. No hay humanidad ni perjuicios, sólo hay pasión y deseo, tu y yo “intempore” durante unos minutos.

Sobre ti, observando tu cuerpo de David, perfecto como una escultura, absorbo toda tu sensualidad, toda tu energía. No sé si eres un ángel o una flor, no sé si llegaste a mi vida para alumbrarme o para que la lluvia callera sobre mí.

Ámame, imploras entre vapores de placer, sólo en este momento, sólo en este instante podré hacerlo. Los años resbalan por mi piel, mi madurez contrasta con tu juventud, mi serenidad con tu locura, eres un volcán que me abrasa con su lava y yo, soy la mar en calma que templa tus ganas. Somos como hojas arrastradas por el viento, no tenemos camino, simplemente una ilusión un suspiro que compartir con el alba, una sonrisa que esbozar, un beso que recordar, una caricia prohibida que añorar.

Será esta nuestra última vez aunque no lo sepas, mi silencio oculta la despedida, disfraza de ternura mi amargura. Ya no debo darte más, mi pasión sería la cuerda con la que te ahorcarías. No quiero un mal recuerdo ni un reproche, ni una sola lágrima, no quiero pronunciar un adiós ni ver oculta en tus ojos la tristeza.

Ámame, suplicas en un susurro ahogado por el placer, ámame... o moriré.