AQUELLOS SILENCIOS QUE MI ALMA HA GUARDADO DURANTE TANTOS AÑOS,AHORA HABLAN EN ESTE RINCÓN PERDIDO, EN EL QUE SE ENTREMEZCLAN LOS ECOS DE LO REAL Y LO IMAGINARIO, QUE LLEGAN, DESDE LO MÁS PROFUNDO DE MIS ADENTROS.

Tú acomódate, desnuda tu cuerpo y tu alma, embriágate del aroma a sándalo… y sueña.

sábado, 22 de diciembre de 2007

Sin espacio ni tiempo




Había parado el coche en el mirador de la carretera. La luna casi llena iluminaba la playa dejando ver la furia de las olas estrellándose contra las rocas. La espuma tenia un brillo fluorescente que hipnotizó a Alberto.
Allí se quedó, parado, con la mirada fija en el mar y una tristeza que no terminaba de entender quemándole las entrañas.
Que absurdo era todo, tenía 38 años y se sentía enamorado como uno de quince, con ese pensar cada momento en ella, con esas ganas de llorar al no poderla ver, y ese cosquilleo en la barriga cuando la tenía cerca. Era irracional y delirante, las emociones le revolvían el estómago hasta darle ganas de vomitar, y lo peor de todo era no poder controlar los sentimientos.
Hacía ocho años que vivía con María y tenían dos hijas gemelas de seis. Su relación era buena, con sus altos y sus bajos, como todas, estancada en la rutina de la vida cotidiana, como tantas y tantas parejas que forman una familia.
A Ángela la conoció por casualidad, cada año en la empresa les obligaban a hacer cursillos, esta vez podían elegir entre psicología, ingles o relajación. Alberto había elegido relajación, porque la psicología le aburría soberanamente y para el inglés era un completo negado. Las clases eran de dos horas el primer jueves de cada mes, en horario laboral, de seis a ocho, así que cuando terminaba se iba a casa directamente.
Al principio Ángela no le había llamado la atención, era la profesora, tenía 42 años como ella misma confesó al presentarse el primer día de clase. El pelo castaño por encima de los hombros, casi siempre recogido con una pinza, y los ojos pardos, con una mirada entre melancólica y misteriosa. Poco a poco Alberto se había comenzado a sentir profundamente atraído por ella.
Últimamente cuando hacía el amor con Maria pensaba en Ángela, nunca antes había hecho una cosa así, y no se sentía bien, puesto que el amaba a su mujer, pero no podía evitarlo. Pasaba los días contando los que le faltaban para verla, y cuando llegaba el momento se sentía nervioso, luego, al terminar la clase, le inundaba una tremenda tristeza.
Observaba a Ángela para poder adivinar si ella sentía algo parecido hacia él, pero no advertía el menor indicio de acercamiento, quizá más bien, una cierta indiferencia.
Se estaba obsesionando y eso empezaba a preocuparle.
Una tarde fría y lluviosa al llegar a la pequeña academia la encontró cerrada, empujó ligeramente la puerta y sin ofrecer resistencia se abrió. Estaba todo en penumbras, sólo al final del pasillo brillaba una tenue luz. Alberto avanzó lentamente dejando atrás la puerta del aula en la que acostumbraban a dar clase, extrañado por el silencio y la quietud:
- ¿Hola? (dijo quedo).
- Adelante. (contesto Ángela)
Alberto siguió caminando hasta llegar al lugar de donde se filtraba la luz, dio unos ligeros golpecitos en la puerta con los nudillos y la abrió lentamente. El olor a incienso natural impregnaba el aire, e hilillos de humo bailoteaban en la penumbra al suave ritmo de la música sacra, que sonaba suavemente en la media luz creada por las lámparas, que tapadas con pañuelos de seda le daban un ambiente exótico a la sala. Allí, sentada en un gran cojín que descansaba sobre una mullida alfombra de pelo, estaba Ángela con las piernas entrecruzadas y sujetando con sus manos un gran tazón humeante.

- Hola, (le dijo sonriente) ¿Qué haces aquí? Hoy no hay clase ¿no te han avisado?
- Pues no la verdad, nadie me ha dicho nada.
- Siento que hallas venido hasta aquí, pero yo esta mañana llamé a la empresa para decirles, que como algunos alumnos me habían avisado que no podrían venir, pasábamos la clase al jueves que viene.
- Bueno da igual, no te preocupes así me he paseado y de paso, escaqueado del despacho
- ¿Quieres una infusión de azahar? (le dijo mostrándole el tazón que tenia entre las manos)
- ¿Una infusión de azahar? (le contesto él sorprendido)
- Si bueno, desde jovencita mi madre me la daba para los dolores menstruales, pero no te asuste también sirve para relajarse, conciliar el sueño y más cosas. Y la verdad es que está muy buena, pero si quieres tengo Hierba Luisa y Escaramujo.
- ¡Humm! La Hierba Luisa me encanta, pero no quisiera molestarte.
- No es molestia, mira, tú coge ese cojín de ahí, acércalo y ponte cómodo, mientras yo te preparo la tisana (le dijo mientras se levantaba y le señalaba un gran cojín de terciopelo rojo, que estaba junto a otros más pequeños en un rincón de la habitación).
Alberto se sentía tranquilo, relajado, un calido bienestar invadía todo su cuerpo. Puso su cojín junto al de Ángela, y observando como preparaba la infusión, supo que algo iba a cambiar ese día, ese momento.
Hablaron del crecimiento personal, la meditación, el tantra, “la ciencia de la vida”el Ayurveda, al final, para hacer una demostración práctica Ángela le ofreció un masaje relajante, y Alberto propuso que fuera al revés, él le daría el masaje, guiado por ella. Después de una pequeña discusión, cubrieron la alfombra con unas toallas, pusieron unos cojines y Ángela le dio una botellita de aceite de ciprés, luego se quito toda la ropa menos las braguitas y se tumbo boca abajo. Alberto que se había ido al baño deliberadamente para que ella se sintiera más cómoda, entró en la habitación y al observarla casi desnuda, sintió como se le aceleraba el corazón. Lentamente se impregnó las manos con el aceite, y las puso sobre su espalda, era una piel suave tersa, empezó a acariciarla y Ángela comenzó a guiarle. Al principio la oía lenta, segura, con la voz calmada, luego y poco a poco dejó de oírla, sus manos se deslizaban como encantadas, presionando con delicadeza, sintiendo la calidez, los músculos relajados pero fuertes se revolvían entre sus manos que moldeaban los muslos firmes. Al subir por sus caderas, Alberto sintió que se mareaba, le parecía que todo daba vueltas. Ya no sentía el aroma a incienso ni al aceite de ciprés, sólo la olía a ella, la fragancia de su piel, su feminidad, su esencia de mujer. La música sacra ya no se escuchaba, únicamente un ligero y suave tintineo de cascabeles repiqueteaba en sus oídos, cerro los ojos y aspiró fuerte, al volverlos a abrir vio como una ligera neblina les envolvía. Un suave gemido lo sacó de su éxtasis. Lenta muy lentamente Ángela se dio la vuelta, sus pechos maduros representaban la belleza en si, serena, calida, la belleza amada, deseada, la del fondo del amor, la que te enloquece, la que te hace vibrar. Poco a poco Alberto fue subiendo su mirada hasta enlazarla con la de ella, en sus ojos vio el universo lleno de estrellas, de planetas, de vidas, vio en ellos la transparencia de los ríos, la pasión del fuego, la energía de la tierra.. Y sabiéndose perdido se dejó llevar, cayó vencido.
Perdieron la noción del tiempo, del espacio, haciéndose el uno del otro, perdiendo su identidad, entregando aquello tan profundo, tan íntimo, que duele tanto sacar. Los dos en silencio, exhaustos, permanecían quietos, apretados el uno contra el otro, calados de temor, seguros de que ya nada volvería a ser igual.
Sonó el teléfono inquieto, exigente, Ángela corrió a cogerlo
La realidad le abofeteó la cara, era su marido preocupado, ella se excusó, le dijo que ya pronto estaría en casa.
Alberto se vistió, ella desnuda lo observaba, se abrazaron, él hundió la cara en su cuello e inhaló su aroma, se lleno de ella, se besaron y poco a poco separaron sus cuerpos. Sabían que era el principio, pero que debía ser el final. Sus almas se habían encontrado a través de sus cuerpos, y ahora sus cuerpos se decían adiós con el dolor de sus almas.
Ángela supo que su vida iba a cambiar, hablaría con su marido, no quería engañarlo, ni hacerle daño, era injusto seguir a su lado sabiendo que nunca podría darle, lo que se había llevado Alberto. Alberto por el contrario, seguiría con María en su rutina cotidiana, imaginándola Ángela, en cada momento.
.

Para todos los vanidoso




Felices fiestas y que el año próximo os traiga lo que realmente necesitéis. Yo os he querido hacer un pequeño regalo en el que he puesto toda mi ilusión, deseando que os guste, si no es así lo siento de corazón, pero os prometo que en el 2008 lo intentaré hacer mejor.
Muchos, muchos, besesitos para todos.

martes, 11 de diciembre de 2007

Uno más


Hoy cumplo cuarenta tacos, ¿por qué no decirlo?, cuarenta añazos, cuarenta añitos, cuarenta primaveras, o en mi caso, cuarenta otoños. Felices e infelices, de amor y desamor, de alegrías y tristezas, de salud y enfermedad, hasta que la muerte venga a buscarme.

Estoy contenta como siempre, nada especial, alegre porque me miro en el espejo y me veo de puta madre, y sorprendida porque al mirar algunas fotos me doy cuenta de lo mucho que he cambiado. Pero sigo siendo yo, la misma que hace veinte años cumplió veinte, la que al cumplir treinta, se sintió mejor que nunca, y ahora con cuarenta, se encuentra insuperable, ¿a los cincuenta seguiré pensando lo mismo? Supongo que si.

En un día como hoy quiero dar las gracias por lo que tengo y por lo que no tengo, disculparme por esos momentos en los que me quejé de algo, avergonzarme por los días en los que me sentí desgraciada, y expresar, que me arrepiento de las veces que malgasté mi tiempo con un cabreo, de las que me callé un te quiero y de las que escatime un beso. Por eso seguiré en mi empeño, de robarle al tiempo su paciencia, aprender del verano la alegría, y del otoño el sosiego, para igualarme en belleza a la primavera, con un toque de misterio del invierno.

Y no puedo despedirme sin antes recordar a todas y cada una de las personas que se han cruzado en mi camino, porque de ellas aprendí, y a todos los animales que formaron parte de mi vida, porque ellos también me enseñaron, y decir, que de unos más y de otros menos, pero de todos, me quedo con lo más bueno, que soy como soy, intentando mejorar eso si, intentado no perder nunca la ilusión, intentando siempre, cumplir un sueño.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Fuego Interior


Este fuego que ya no calienta”, canta Fiti con esa voz que me llega al estomago haciéndome cosquillas, y es verdad que ya no calienta, aunque otro me quema por dentro, otro fuego nuevo, extraño, carismático, vertiginoso. Otro fuego que me remueve las entrañas y despierta mis miedos. El fuego de la pasión, de lo prohibido, del peligro, un fuego que ni siquiera sé si existe o si ha prendido llama, pero que me hace volar y eriza mi piel.Si cierro los ojos, siento que me quiero quemar, quiero arder entre las llamas, aunque luego, más tarde, en la tranquilidad, en el sosiego, me balanceo en el agua que todo lo calma, y vuelvo a la rutina, con su equilibrio, su estabilidad, su templanza, es como morir por dentro, en silencio, en soledad, en la nada. Pero siempre me quedaran los sueños en los que ardo apasionada, en los que mi piel al rojo vivo no se apaga, y mi corazón estalla. Sueños en los que muero delirada quemándome entre las llamas, mientras escribo mi nombre, un nombre, que ya, no me dice nada

jueves, 4 de octubre de 2007

Sofía


Como cada mañana, a las 08’00 en punto, sin retrasarse un segundo del reloj digital que le salió a su madre en un tambor de detergente. Sofía emprendía el camino hacia la escuela. Hoy su madre no quería dejarla marchar, pues había oído en la radio que habrían ventiscas, y con el frío que hacia y la nieve que había caído durante la noche, era mejor que se quedara en casa, además así la ayudaría a ella con las tareas del hogar. Sofía insistía en que habían dicho que las ventiscas serían por la tarde noche, y que hoy en clase de naturales estudiarían la fotosíntesis, y ella no se lo quería perder.
Iba contenta, aunque hacía un frío que pelaba, su abrigo era heredado de una prima suya que a su vez lo había heredado de su hermana mayor, así, que después de tantas lavadas estaba más fino que el papel de fumar. Llevaba el gorro que le había hecho su madre, una bufanda de lana apelmazada que le irritaba el cuello, y unos guantes que tenían más agujeros que un queso gruyer, pero eso sí, se había puesto dos pares de calcetines y las botas de agua forradas de borreguillo que le había regalado su abuela hacía ya dos años. Se las compró grandes para que le duraran, aunque ahora ya empezaban a apretarle, pero al menos los pies los llevaba calentitos.
Cuando ya se había alejado de la casa, sacó a Cecilia de su vieja cartera. Cecilia era una bonita muñeca de trapo que había hecho ella misma, y que escondía, porque los ojos eran dos delicados botones de cristal azul que había cogido del costurero de su madre.
- Mira Cecilia que bonito está todo tan blanco. ¿A que nunca lo habías visto tan nevado? ¡Mañana es mi cumpleaños! ¡Cumplo 10 años! ¡Así que le pediré a la princesa de las Nieves que te convierta en una niña de verdad, para que podamos jugar, reír y saltar juntas! ¿Te imaginas, Cecilia? ¡Eso sí que sería un regalo de verdad!
Sofía se agacho para hacer una bola de nieve con su mano derecha, mientras aguantaba
a Cecilia con la izquierda.
-
¡Uf! Como me duele la espalda, es de los golpes que me dio el otro día papá, se enfadó mucho, pero es que tenía razón, se me calló el vaso de leche que me había pedido, y la leche no se puede desperdiciar, pobrecito ¡va siempre tan cansado!, perdió los nervios y me atizó con el cinturón. Ahora ya me duele menos, así no se me olvidará, y la próxima vez, tendré más cuidado.
Parece que se está levantando aire, ¡Mira Cecilia! ¡Empieza a nevar!
Sofía siguió caminando, sus pasos eran lentos debido a la nieve en la que se hundían sus pies, y a la resistencia que empezaba a ponerle el viento.
- ¿Has visto que hoja tan bonita? Se la voy a llevar a la Señorita Ana para que la cuelgue en la pared, casi todas las que hay decorando la clase las he llevado yo. (dijo abriendo la cartera). La guardaré junto al almuerzo, que hoy he tenido suerte, anoche a papá le sobró un trocito de queso y un buen mendrugo de pan, así que hoy Natalia no se podrá reír de mi diciendo que sólo como pan duro como los tontos. Ella siempre lleva bocadillos de pan crujiente untado en mantequilla, con jamón cocido, chorizo, queso, e incluso algunos días los lleva con jamón cocido y queso a la vez. A veces me gustaría decirle que me lo deje probar, pero no se lo pido porque sé que no me dará, y encima se reirá de mí. ¡Hala! son las 08’20 y todavía no hemos llegado al gran castaño, como no me de prisa llegaremos tarde, pero es que cada vez me cuesta más andar con este viento.
Sofía iba encorvando poco a poco su cuerpecito para poder avanzar entre la ventisca, el frío que traspasaba fácilmente su viejo abrigo iba calando en sus pequeños huesos, y el cansancio sin que se diera cuenta, se iba apoderando de ella.
-
Cecilia ¿sabes una cosa? El otro día cuando papa entró en mi habitación, ¿te acuerdas que yo te apreté fuerte contra mi pecho? Se acostó en mi cama junto a mi, y metió su mano por dentro de mis braguitas, yo no quería y comencé a llorar, pero él me dijo que estuviera tranquila, que lo hacía porque yo era una niña mala, y que si se lo decía a alguien me mandarían a un colegio de niñas malas donde ya no podría ver nunca más, ni a mamá, ni a mis hermanitos. Yo no quiero ir a ese colegio, tengo que aprender a ser buena, yo sé que papa lo hace para enseñarme, que él no lo quiere hacer, ¡pero yo soy mala!, Cecilia ¿crees que alguna vez podré ser una niña buena?
Sofía seguía caminando por el sendero que le llevaba al único sitio donde conseguía ser feliz, y hoy era un día especial, ¡iban a estudiar la fotosíntesis!, pero cada vez tenía menos fuerza.
- ¡Mira Cecilia esa piedra! Nos sentaremos un ratito para descansar, si llegamos un poquito tarde yo se lo explicare a la Señorita Ana, y ella lo entenderá, es tan buena, nunca me castiga y siempre dice que soy una niña muy lista.
Sofía se sentó junto a la piedra para resguardarse del viento, y metió a Cecilia dentro de su abrigo para protegerla del frío. Miró su reloj digital y vio que eran las 08’45, ahora me levanto, pensó, pero siguió sentada observando sus manitas enfundadas en esos guantes raídos, que aunque eran viejos a ella le gustaban. Sacó la hoja de su cartera y contemplándola murmuró, seguro que a la Señorita Ana le encanta, pero una ráfaga de aire se la quitó. Sofía observó como se la llevaba el viento haciendo piruetas, y los ojos se le llenaron de lágrimas. Volvió a mirar el reloj y vio que marcaba las 09’00 en punto, hoy llego tarde, ¡nunca dejaré de ser una niña mala! Cerró los ojos y dejó de sentir el frío y el viento en su cara, cuando los entreabrió vio una figura que se acercaba a ella
- ¡Oh Cecilia, eres tú!
Exclamó sonriendo, por fin su sueño se había hecho realidad…, y Sofía se quedó dormida.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Para todos los vanidosos


Hola queridos y queridas, aquí estamos en un nuevo otoño, callado intimo y melancólico, ¡como me gusta!, me encantan las tardes cortas, grises y lluviosas, que hacen latir con más fuerza los corazones de los enamorados, que arropan las ocultas historias de los amantes y agudizan el ingenio de los poetas. Quizás entristezcan un poco a los solitarios, pero sus calidos colores ocres y sus húmedos olores, nos devolverán a la tan enriquecedora vida interior, que en verano siempre dejamos un poco de lado.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Mi ángulo


Estoy aquí en mi ángulo, el que casi nadie entiende, en el que soy yo, desde el que vivo mi soledad.


El ángulo que me hace extraña, rara, diferente. El que me hace sentir bien, y a veces mal.


Un ángulo que no comparto, por íntimo, por propio, por personal. Aquel que me ha costado entender, aceptar, asimilar.


El que da perspectiva a mi personalidad, que me hacer ser como soy, para bien o para mal. Ni mejor, ni peor que nadie, simple o intrincadamente yo, así tal cual.


Y desde fuera, los demás, que digan lo que quieran, que opinen si quieren opinar, que yo seguiré aquí, en mi ángulo, porque me gusta, porque es el mío, y ya está.


Lo demás, sinceramente, como que me da igual.

martes, 4 de septiembre de 2007

Reflejo de una tristeza


Hola mi yo, ausente durante todos estos años.
Vienes de querer vivir un sueño, que por irreal, se convirtió en pesadilla
Pero hoy estas aquí, de vuelta de la nada.
Dispuesta a vivir, a comenzar una vez más, segura de que esta será la de verdad.
Traes las manos vacías y las maletas llenas, pero te da igual, ¿Qué más da?, me preguntas desde tu soledad.
Pongo la mano sobre el espejo, mi pulgar sobre tu pulgar. Un cosquilleo encoje mi estomago, y es que da vértigo volver a empezar. Pero ese es el precio de la felicidad.
¿Llegará, verdad? Te pregunto indolente. Te sonríes, pues no lo puedes asegurar.
Lo que si tienes claro, es que no vas a dejar de buscar.
Mientras haya camino, habrá pasos para andar.

viernes, 31 de agosto de 2007

Clara, Clarita, y los vientos de amor


En la tarde rizada y fría, como si fuera de otoño, Clara, Clarita, como siempre la llamaba él entre susurros tiernos y jadeos de amor. Permanecía quieta, estirado su escueto cuerpo sobre la roca, escueto y carente de voluminosas curvas, aunque no por ello falto de sensualidad.

Clara, Clarita, como siempre la llamaba él, observaba con sus redondos ojos, dos pájaros que volaban juntos, unidos como dos cerezas enlazadas por el mismo pedúnculo. La muchacha de oscuros cabellos, no es que fuera una erudita en la materia pajaril, pero a esos dos los tenía bien calados. Eran una hermosa pareja de albatros, los conocía por su bonita historia de amor.

Clara, Clarita, como siempre la llamaba él, en una tarde de otoño de esas de las de verdad, escuchaba a su padre, que sentado junto a la chimenea asando piñones del pino de su jardín, le contó que los albatros eran pájaros monógamos que cuando les faltaba su pareja, eran capaces de morir de amor. Aquello le impresionó tanto que dejó de soñar que era una princesa, para imaginarse sobrevolando los mares en la dirección del viento, junto a su amado, y supo con certeza ciega, que no cesaría en su vuelo hasta encontrar a su albatros.

Clara, Clarita, como siempre la llamaba él, sintió sobre sus labios unos labios salados de mar. Y Clara, que no Clarita, abrió sus redondos ojos, y mirando los de él, brillantes como los rayos del sol sobre las olas, se levantó, y lanzándose al mar, se alejó nadando en esa tarde rizada y fría, como si fuera de otoño.

Para todos los vanidosos




Bienvenidos a los que regresáis, hasta pronto a los que os marcháis, y simplemente hola, a todos los que permanecéis en vuestro lugar.
Como veis no he podido esperar más y aquí estoy de vuelta, aunque nunca me fui. He aprovechado para poner un poco en orden este desván desvencijado. Sin embargo, he de confiaros un secreto, y es que soy una fiel amante del desorden; personal, íntimo, cálido. En un lugar ordenado todo el mundo es capaz de encontrar algo, en mi desorden sólo lo encuentro yo, y eso me hace sentir bien. Quizás alguien pueda decir que es una forma fácil de maquillar un defecto, ya que soy desordenada por naturaleza, pero lo cierto, es que el orden me aburre.
El caso es que me entusiasma continuar lo que empecé, y me alegra volver a saludaros a todos, que aunque pocos (de momento), formáis mi gran tesoro.Y a todos aquellos, que lo sé, que habéis entrado en mi desván y sigilosamente habéis abierto la tapa de mi arca, os diría, que no os dejéis echar atrás ni por las telarañas, ni por la oscuridad, ni por el olor a rancio. Que debajo del polvo, a lo mejor, encontráis algo que os pueda interesar. Y si no es así, de todas formas, dejar plasmado vuestro pensamiento, para que así, todos nos podamos enriquecer

miércoles, 1 de agosto de 2007

Para todos los vanidosos







Utilizad este tiempo para reír mucho, hacer el amor, también follar, escuchar a quien tenéis al lado, pintar, cantar, hacer deporte, comer sano, trasnochar, decir te quiero a quien queréis, escucharos a vosotros mismos, o simplemente descansar... en fin hacer lo que realmente queráis hacer...besesitos y hasta la vuelta.

martes, 31 de julio de 2007

Aquellos tiempos







Con quince años y un montón de sueños por cumplir, conocí a Alberto. Nos movíamos en los mismos ambientes, gabardinas mods , música de Depeche Mode y alguna que otra anfeta que siempre pasó de largo.
Nuestros cuerpos se movían entre el cálido reggae jamaicano y los mecanizados ritmos de Maniobras Orquestales en la Oscuridad.
Empezamos a salir y recorríamos Barcelona en su Vespa de colores. Él era un chico soñador que le gustaba imaginarse en un grupo musical con su gran amigo Pedro.
Se sentían incomprendidos por la sociedad, eran rebeldes… con muchas causas.
Un día como tantos de invierno, Pedro murió de una sobredosis.
Marchó sin despedirse, en silencio, imperturbable su nostálgico rostro. Tras de sí apenas dejó una suave estela cuyo murmullo entonaba una triste balada.
Alberto creyó que no había sabido entenderle, creyó que no había hecho lo sufriente, y se sintió en algo culpable de aquella muerte.
Con Pedro se fueron los sueños de dos adolescentes, enmudecieron las notas de una guitarra y la melancolía le tiñó de gris a Alberto el alma
En el tanatorio, los polis hacían pasar uno a uno a todos los jóvenes que allí asistían,
Pedro con su tez azul y sus negras ojeras, tenía que servir de ejemplo.
Alberto escondió sus lágrimas tras su largo flequillo Tecno Pop, y disfrazó su tristeza con volantes New Romantic, pero nunca olvido, y sobretodo, nunca perdonó.
Nos tocó respirar el aire de los ochenta, años convulsos en un país que recién estrenaba su libertad después de una larga dictadura.
Los jóvenes nos encontrábamos ante un mundo en el que todo valía, todo estaba a nuestro alcance. Marcados por una estricta educación, dudábamos entre el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto. Lo que nos habían contado no era lo que veían nuestros ojos, y con la sombra del miedo pegada a nuestros talones, nos dejábamos seducir por lo prohibido, y desinhibíamos nuestras mentes de toda represión, viviendo así la vida demasiado deprisa, adelantando acontecimientos que nos hubiera tocado vivir con más años, con más calma.
Con mis tejanos desgastados, mis botas de tacón y mi larga melena, iba de chica dura.
Pero mi dureza se hablando aquella larga tarde de primavera, sentada en la mesa de un bar, sin que nadie acudiera a la cita. En aquel momento no supe porqué, pero Alberto desapareció de mi vida.
Desairada y dolorida me tome la venganza con todo aquel que se cruzaba en mi camino, quería que sufrieran lo que había sufrido yo. El dolor, el rencor, y mi amor propio herido, me envenenaban el alma. Así que volqué mi odio en todo aquel que se dejaba querer. Utilicé y humillé a cada una de mis víctimas. Pero cuando conseguía mi objetivo, todavía me sentía más vacía, ya que eso no aliviaba mi dolor.
Hoy, después de muchos años puedo decir que nunca más, nadie me volvió a dejar, aunque no me sienta orgullosa de ello.
Pasaron los meses y yo seguí con mi vida, y cuando menos lo esperaba, volvió mi antiguo novio.
Cambiamos la Vespa por una Laverda, y la discoteca por un pub ingles. Allí pasábamos las tardes de sábado y domingo calentando nuestros cuerpos con apasionadas caricias mientras la música de Queen sonaba una y otra vez.
Por fin llegó el coche, un viejo R5 naranja butano en el que los asientos delanteros se abatían completamente. Esa era la mayor de sus virtudes. En él pasamos muchas tardes de lluvia en las que vimos aparecer el arco iris coronando nuestro amor.
Mas tarde y con mucho esfuerzo, conseguimos un piso, muy antiguo y de alquiler, pero con jardín, en un bonito barrio de Barcelona. Nos dejamos las manos, las rodillas y nuestros escasos ahorros restaurándolo, pero al final lo convertimos en nuestro cálido hogar. Los años pasaron y con ellos muchas cosas. Nos juramos amor eterno ante el altar, aunque no fue la muerte la que nos separó… pero eso, será otra historia.

martes, 10 de julio de 2007

Para ti mi amor





El silencio de mi alma expresa su sentimiento tierno y dulce, que enloquece entre tus brazos cuando mi cuerpo absorbe tu calor, saboreando lentamente y gota a gota todo ese amor que une nuestros universos, entrelazados en nuestras caricias, mientras mi corazón explota por no poder llorar, lágrimas de sangre, espesa de sentimientos, que yo, no puedo explicar.


Que te quiero nada más, y eso me parece poco cuando me miro en tus verdes ojos, en los que un día me perdí y ya no me he vuelto a encontrar. Que te quiero, o que te amo, que más da, si eres mi vida, y mi vida... eres tú.


He soñado que podía crear un mundo en el que solos tú y yo, observamos todos los amaneceres, y cogidos de las manos durante un tiempo infinito, permanecíamos así, unidos, sin decirnos nada, sintiéndonos el uno al otro y aprendiendo, que yo sin ti, o tú sin mi, no es que no podamos vivir, pero si es cierto, que separarnos, es comenzar a morir.


Quisiera con mis manos llenas de ti, modelar una estrella de color pasión, que en su interior, escritos con rayos de sol, estuvieran nuestros deseos, mezclados los tuyos con los míos, y que en un barquito de pétalos de amapola, navegara eternamente por los mares del amor.


Sólo tú, mi amor, eres capaz de hacerme volar por los cielos de la felicidad. No necesito nada más, que tenerte junto a mí, y escuchar tu voz tranquila, que como la mar en calma, le da paz a mi mente, y serenidad a mi alma.

Para todos los vanidosos




Este mes llego tarde, pero aquí estoy. Con bastante sueño y muchos sueños.


domingo, 24 de junio de 2007

Para ti, amiga mía





Quisiera explicarte cientos de historias y miles de cuentos, algunos secretos y unos pocos sueños. Contigo he aprendido tanto, y tanto he podido enseñar. No necesito verte para creerte, ni tocarte para tenerte, no necesito oírte para confiar en ti. Sé que estás ahí, y aún mejor, sé que siempre estarás.
No habrá tormentas que te aparten de mi, ni fuertes vientos que te hagan dudar. Por eso estas en mis silencios, en mis ausencias, y en aquellos momentos en los que sólo puedo llorar. Vives en mi sonrisa, en mi fragancia preferida, y en aquellos días en los que todo me da igual. Estas aún cuando no estas, se que lo sabes, no hay nada que no me puedas contar. Soy y seré tu incondicional, ni la muerte nos podrá separar. Que bueno… haber conocido la amistad
.

martes, 12 de junio de 2007

La autenticidad de las cosas




Lo importante es ser auténtico. Autentico latón, auténtica plata, auténtico oro, auténtico platino o auténtico plástico. Al fin de cuentas todos los materiales tienen sus cualidades y su belleza.


De nada sirven los chapados o los baños, puesto que al final y de forma irremediable, el paso del tiempo siempre deja a la vista lo que hay debajo, que suele ser un material opaco y marchito.


En esta vida abundan los chapados, por eso cuando se encuentra a alguien auténtico, merece la pena conservarlo.

domingo, 3 de junio de 2007

Rosas amarillas




Miro a mí alrededor y observo a mis compañeros, todos callados con semblante serio, nadie se atreve a decir nada. Esta será la última reunión que convoque ese cretino que durante los últimos cinco años nos ha amargado la vida. Por un momento me dan ganas de plantarme en medio de la sala y a voz en grito, como si de una sesión de alcohólicos anónimos se tratara, decir: ¡Sí!, ¡si señores!, ese hombre que está ahí, ¡Carlos Jiménez!, me ha ultrajado públicamente siempre que ha querido, me ha humillado delante de mis compañeros, ha tirado por tierra mi trabajo sin ningún tipo de escrúpulo, y me ha traicionado cuando menos lo esperaba. Y todo ello, ¡todo!, gracias a mi cobardía y a mi gran estupidez…. ¡Sí!, si señores, soy una tremenda estúpida, a la que ese individuo, ha vapuleado moralmente, una cobarde que nunca le ha plantado cara.


Me alejo un poco del grupo, y me apoyo en una columna. Me tiemblan las manos de la rabia, en mi mente se agolpan imágenes de llantos a escondidas, impotencias contenidas, muchos dolores de estomago, y largas noches en vela.


Cierro los ojos para que no se me llenen de lágrimas, aspiro lentamente, y me llega el inconfundible aroma especiado de Stile, de Sergio Tacchini, seguro que es Pablo. Efectivamente, en ese justo momento rodea mis hombros con su brazo, y acercando sus labios a mi oído, me dice lentamente:


- ¿Sabias que la mujer de Carlos, por fin ha conseguido quedarse embarazada?


- No (le contesto queda)


- Pues si, así es. Por lo que parece, él tenía problemas de fertilidad, y hace mucho tiempo que estaba en tratamiento. Se ve, por lo que me han contado, que su preciosa y delicada mujercita, ha utilizado el tema para machacarlo hasta la saciedad, y que incluso le llegó a amenazar con abandonarlo, si era incapaz de dejarla preñada.


Pablo se separa un poco de mi, levanta mi barbilla con los dedos índice y corazón de su mano derecha, hasta que mis ojos se encuentran con los suyos, me sonríe, introduce las manos en los bolsillos del pantalón, da media vuelta, y se marcha con su impecable traje gris marengo, y su empaque de galán.


Se me empieza a revolver el estómago, miro a mí alrededor, y veo como Blanca se aproxima con aire nervioso, dando esos pequeños pasitos que provocan la falda de tubo y los zapatos de tacón. En la mano izquierda un pitillo, en la derecha el móvil, de su antebrazo cuelga un bolso negro de piel de cocodrilo. No es que sea muy guapa, pero tiene mucho glamour. Cuando llega a mi altura, me señala con los dos dedos en los que mantiene el cigarrillo apagado, y me dice levantando la punta de la nariz:


-¡Sígueme!


Voy tras ella sin poder apartar mi vista del contoneo de sus caderas. No es de extrañar que no le pase desapercibida a ningún hombre. Se dirige a la salida, cosa que agradezco enormemente, puesto que ya voy necesitando un golpe de aire fresco:


- ¡Nena! ¿Sabes de que me acabo de enterar? ¡No te lo vas a creer!


- ¿Qué la mujer de Carlos está embarazada? (le digo levantando los hombros, mientras observo como se enciende el cigarro)


-¿Queeee? ¿Quién te ha dicho eso?


- Pues… Pablo hace un mom…


- ¡Que fuerte! ¡Que fuerte! ¡¡¡Queee fuerrrrrrte!!!


- Bueno, pues entonces, ¿que es lo que me ibas a decir? (le pregunto sorprendida)


- Resulta (me dice bajando varios tonos la voz, y mirando primero a un lado y luego al otro), que fuentes muy fidedignas (ella siempre tan interesante), me han comentado, que Carlos, ha tenido que estar en tratamiento psicológico, por problemas de alcohol.


- ¿Qué?


- Como lo oyes, y que incluso tuvo un episodio sospechoso con el coche, que se creé pudo ser un intento de suicidio. Ya ves, tanta mala leche, tantos aires de grandeza, tanto ridiculizarnos, y míralo, un vulgar borracho, el cabrón.


Blanca tira el cigarro al suelo con cara de desprecio, lo apaga con la punta del zapato, me mira, me sonríe, y se va.


Se ha levantado aire, un escalofrío me recorre el cuerpo, levanto el cuello de mi chaqueta y cruzo los brazos. Una furgoneta aparca delante de la puerta, de ella baja un joven muchacho con aire nervioso, abre las puertas traseras, y saca una preciosa corona de rosas amarillas, se acerca a mí portando las flores, y me pregunta:


- Perdona, ¿sabes en que sala está Carlos Jiménez?


- Si, sala 8 (le digo yo, como si de una película de cine se tratara)


Mientras el chico me da las gracias, leo la cinta de la corona: “Nunca te olvidaremos – tus trabajadores”, era lo mismo que le había oído decir a Pablo cuando encargaba la corona por teléfono. Y me viene a la memoria una conversación que tuvimos él y yo hace algún tiempo, sobre el lenguaje de las flores, en la que me explicó, que las rosas amarillas significan, “alegría de vivir”. Sonrío mientras veo como se aleja el muchacho, doy media vuelta, y me voy.

viernes, 1 de junio de 2007

Para todos los vanidosos




Este es mi tercer mes desde que empecé a construir mi arca. Cada vez que la abro chirría su antigua cerradura, pero también cada vez sale más luz, y cada vez huele más a mi. Es cierto, cada vez me gusta más, cada vez es más mi rincón, y cada vez, hay más espacio para todos los genialmente vanidosos.

miércoles, 30 de mayo de 2007

Hasta la eternidad




Estas aquí sentada junto a mi cama, observándome preocupada, tus manos entrelazadas con tu rosario de plata, te miro con calma, me sonríes, sigues igual de guapa.
Sé que si has venido, es que mi tiempo se acaba, no siento miedo ni pena, me llevo en la maleta muchas cosas bellas.
Galopan en mi mente recuerdos de juventud, los besos bajo el olivo, y las tortas de azúcar en el banco del paseo marítimo.
Huelo la leña de nuestra hoguera, donde con infinita paciencia tostabas el pan para la cena, y llegan a mis oídos los alegres gritos de los niños, que corriendo por la escalera, bajaban a la caza de la “tosta” con manteca.
Recuerdo la mesa de navidad, con nuestros hijos y nietos cantando villancicos, entre turrón y turrón, y deseos infinitos.
Juntos hemos sido felices, con nuestras penas, como todos, pero con muchas alegrías.
Y me marcho, con el recuerdo de nuestro hogar, de los años en él vividos, con ese aroma a mar, que impregna mi cuerpo marchito. Me marcho, con los huesos doloridos de tanto trabajar, con la satisfacción de ver a nuestros hijos crecidos, con la suerte del que te ha podido amar, con la tristeza de haberte perdido.
Y partiré, decidido, sin mirar atrás, oyendo las voces de nuestros nietos cantar, una bella despedida, que quizás, me haga llorar. Partiré, llevándome mucho más de lo que nunca pude soñar, historias de un abuelo, que fue feliz de verdad.
Siento que ya no me queda nada por hacer, que ya todo lo he vivido.
Me alegra que estés aquí, sé porque has venido.
Observo tu alianza en mi mano. Te la enseño y te pregunto… ¿te quieres casar conmigo? Tú sonríes, con la misma sonrisa aniñada de 63 años atrás.
Te levantas, ha llegado el momento… yo me voy contigo.
Me esperas, y cuando estoy a tu lado me besas, hemos de emprender camino…que paz, que calma, por fin estaremos juntos, como siempre hemos querido.

lunes, 28 de mayo de 2007

Mi reflejo




Todo aquel tiempo que perdí, imposible ahora de recuperar, se fue dejando grabados en mi alma, aquellos momentos fruto de mi error.

De todo se aprende, me digo con calma. Y aprender aprendí, aunque quizás no me valió de nada.
No me mires así, tú eres la de siempre, la misma que yo. Por más que lo intentes, allí, reflejada. Sabes, como cada mañana, que hoy… no cambiará nada.

lunes, 14 de mayo de 2007

Querido diario




Martes 16 de enero de 2007

Querido diario:

Hoy ha sido un día nefasto, en clase de física el imbécil de Alfredo y sus amigos no han parado de meterse con Ramón. Se han pasado toda la hora tirándole papelitos, y él como siempre callado. Cuando la “seño” ha salido por la puerta, le han llamado maricón, y ahí ya no he podido más, me he levantado, he ido directo a Alfredo y le he dicho que si tenía algún problema, él riéndose me ha contestado: - “cuidadín que viene el machomen a proteger a su novio” – no sé que me ha pasado, pero le he atizado un puñetazo del quince. No veas la que se ha liado, todos los de clase se han puesto a chillar, y ha entrado la “profe”, que nos ha expulsado de la clase a los dos.
Han llamado a mi madre al trabajo, así que imagínate lo contenta que se ha puesto, tan contenta, tan contenta, que ha venido a buscarme al “cole”. Para colmo de males, yendo para casa estaba tan nerviosa repitiéndome una y otra vez, lo muchísimo que papá y ella tienen que trabajar para pagarme este colegio, que no se ha dado cuenta que el del coche de delante ha parado, y le ha dado por detrás. Mejor no te repito sus palabras.
Ahora sólo espero que mi padre haya pasado un buen día y venga de buen humor, porque sino la que me va a caer va a ser pequeña.
¡Te dejo que he oído la puerta!, creo que es papá, voy a sacar el libro de historia. Ciao

PD: Lo peor del día ha sido la cara con la que me ha mirado Clara cuando me han expulsado, creo que la he decepcionado.


Miércoles, 17 de enero de 2007

Querido diario:

Ayer tuve una charla de hombre a hombre con mi padre, él ya sabe lo de la homosexualidad de Ramón, así que me ha dicho que hice lo que tenía que hacer, pero que claro, de cara a la sociedad y sobretodo a mamá, no me podía dar la razón, así que palmadita en la espalda y un mes sin salir. ¡Bueno, podría ser peor!
Ramón me ha hecho jurarle que nunca más va ha pasar lo de ayer, que las palabras de Alfredo me tienen que resbalar tanto como a él, que no hay peor desprecio que no hacer aprecio, y tiene toda la razón, aunque al final y muy a su pesar, me ha reconocido que esta mañana a sentido cierto placer, al verlo entrar con un ojo a la virulé.
Voy a darle una vuelta a Terry, que está aquí a mi lado dando saltitos y lloriqueando para que lo saque, así que, Ciao hasta otro ratito.

PD: Clara hoy ni me ha mirado en todo el día, voy para atrás como los cangrejos.


Jueves, 18 de enero de 2007

Querido diario:

Ayer cuando te dejé, me puse a escribirle una carta a Clara, ya no podía más, tenía que decirle lo que siento por ella, y saber de una vez cuales son sus sentimientos. Así que Ramón y yo, hemos tramado un plan. Esta tarde, después de clase, él se ha ido con ella a su casa para repasar química, y como quien no quiere la cosa le hablará de mí, según como reaccione ella, ¡zasca! le dará la carta. Lo peor es que la carta no es una carta, porque como no sabía que ponerle, pues mira, le escribí una poesía. ¡Dios que vergüenza! ¡Ah! Suena el teléfono, te dejo, puede que sea Ramón, quedamos que cuando saliera de casa de Clara me llamaría. Ciao.



Viernes, 19 de enero de 2007

Querido diario:

¡Estoy que me salgo! Ramón me contó que Clara, decir lo que se dice decir, no dijo mucho, pero que no hizo falta porque en cuanto él me nombró, a ella se le puso una cara de “tontilona” que tiraba de espaldas. Bueno, el caso es que le dio la carta, ella la leyó y sonrío. Así que ya me ves a mi esta mañana, tan repeinado y perfumado que mi madre cuando me ha visto me ha dicho - ¡hijo! ¿Qué te ha pasado? Que parece que te haya lamido una vaca - Yo haciendo acopio de mi gran personalidad, no le he hecho ni caso, y me he marchado al “cole”. Pero cuando entraba por la puerta me temblaban las piernas. He pasado un día de perros, porque Clara ni me ha mirado en todo el día, hasta que ha sonado la campana de la última clase, y antes de marcharse se ha acercado a mí y me ha dado un papel, me ha sonreído, y se ha ido. Cuando lo he abierto, era una nota que ponía:

Sábado a las 18,00 en la puerta del cine de la calle mayor.

Clara

¡Que ganas tengo de que sea mañana a las seis de la tarde!
En fin, te dejo porque Terry tiene cara de estar a punto de explotar, y como haga como el otro día que se meó en el pasillo, mi madre me mata. Ciao.



Sábado, 20 de enero de 2007

Querido diario:

Esta mañana me he levantado temprano, me he ido a comprar el pan y esos bollitos que tanto le gustan a mamá, luego he cortado el césped y he recogido mi cuarto, todo con un claro propósito, ablandar el corazoncito de mamá, ¡pero ni por esas!. Cuando le he preguntado que si esta tarde podía ir al cine, se ha echado a reír y me ha dicho – ¡ya me extrañaba a mí, tanto ajetreo matutino!, pues mira ¡no!, cuando aprendas a comportarte como una persona civilizada, podrás salir, mientras, en casa encerradito, como las fieras.- Le he rogado, suplicado, prometido que no volverá a suceder, le he propuesto limpiarle los cristales durante dos meses, y nada, ¡bueno sí! me ha dicho que por chantajista le voy a limpiar los cristales, no dos, sino tres meses. En fin que no ha habido manera, y he tenido que pasar al plan B. Le he contado a mi padre lo de Clara, así que haciéndole revivir sus días de ligón, ha dicho que me ayudaría a escapar.
Pero la desgracia se ha cebado con nosotros, y mi madre ha pillado a mi padre vigilando en el pasillo, mientras yo intentaba abrir la puerta sin hacer ruido. Mi padre a querido explicarle no sé el que, porque la cosa estaba clara, pero además ha dado igual, porque mi madre no le ha dejado. Nunca la había visto tan enfadada, y eso que hemos tenido nuestros momentos, pero la peor parte se la ha llevado papá. Lo siento por él.
Te dejo, hoy es un día muy triste. Ciao.

Domingo, 21 de enero de 2007

Querido diario:

Llevo todo el día encerrado en mi habitación, sólo he salido para comer.
He visto como papá le daba un beso en el cuello a mamá, mientras ella llevaba la paella a la mesa, mamá ha sonreído. ¡Me alegro por ellos!
Sólo espero que Clara no esté muy enfadada y pueda perdonarme.
Ciao.


Lunes, 22 de enero de 2007

Querido diario:

Hoy he llegado al colegio cabizbajo y meditabundo, arrastrando el alma. Cuando he visto a Clara se me ha acelerado el corazón, tenía el semblante serio, se la veía triste, pero estaba guapísima. No he podido acercarme a ella porque todo el rato estaba con la pesada de su amiguita. Ramón, en un par de ocasiones ha intentado entretenerla para que Clara se quedara sola, pero no ha habido manera. Ha sonado la campana de la última clase, y cuando ya creía que iba a ser otro de tantos días perdidos, Clara se me ha acercado, me ha dicho - ¡perdona! – me ha dado un papel y ha salido corriendo.
He abierto el papel, que dice así:

Permanezco sentada en el suelo, queriendo escuchar, y escucho tu voz, llamándome en silencio. No sé si es un sentimiento, o quizás, mi pensamiento. Te necesito cerca, pero no te tengo. Te quiero imaginar, a mi lado, en el tiempo. Y de tanto desear, te siento muy, muy dentro. Hay un camino que andar, que juntos, quizás andemos. Que bonita realidad, escrita en el firmamento. Así, tu y yo, unidos, en un eterno momento.

Siento no haber podido ir al cine, tuve que ir con mis padres a casa de mis tíos.
Espero que puedas perdonarme.

Clara.

¡Que si la podré perdonar, dice!, ¡Jolines!, hoy es el mejor día de mi vida, mañana me presento en el “cole” repeinado y con una rosa.
Te dejo, que le voy a dar a Terry una vuelta de hora y medía, hoy tiene que ser un día especial para todos. Ciao.

miércoles, 9 de mayo de 2007

Mi equilibrio




Cuando me duele el pecho, porque me falta el aire, y mi sangre se espesa haciendo que mi corazón bombee con dificultad. Cierro los ojos e imaginando los tuyos, me pierdo en su verde mirada, que templando el equilibrio de mis emociones, me hace sentir libre, en este mundo, que sin ti, tanto miedo me da.

Para todos los vanidosos




VANIDAD: Reconocimieto de las propias virtudes.

sábado, 28 de abril de 2007

Destino Cádiz I







La lluvia repiqueteaba sobre el negro paraguas de Pablo, tan negro como sus zapatos, como su jersey, como su estado de ánimo. Ya no le quedaban lágrimas que llorar. A sus catorce años había sufrido tanto, que su espalda padecía una ligera inclinación hacia delante. Hasta ahora había tenido el respaldo de su madre, pero ella se había ido para siempre. Ya no podría contemplar su rostro tierno, ni acariciar sus cansadas manos, ya no podría estampar en sus mejillas pegajosos besos de caramelo.



Se había marchado sin billete de retorno, lo había dejado sólo, con un padre que no le quería, y que le había dejado claro que no pensaba cargar con él. A Pablo le daba igual, él tampoco quería vivir con el hombre que maltratató a su madre, haciéndola sufrir de todas las formas que permite la vida.



Había hecho una pequeña maleta, en la que llevaba un poco de ropa, un par de fotos de su madre y él sonrientes, y la botellita del perfume que ella siempre utilizaba. No sabía donde iría, ni que haría, sólo tenía la certeza de que era el momento de empezar una nueva vida.



Viendo como se alejaba el coche fúnebre, cerró el paraguas dejándose empapar por la lluvia. No la acompañaría al crematorio, a fin de cuentas ella ya no estaba allí. Sacó de su bolsillo el pañuelo que había empapado con el perfume de su madre y se lo acercó a la nariz, cerró los ojos y la pudo contemplar sonriendo, incluso sintió sus labios dándole un beso. Notó como se le aceleraba el corazón y una cálida sensación recorrió su cuerpo. Sabía que ella estaba junto a él, como había estado siempre.



Caminó bajo la lluvia arrastrando su pequeña maleta de ruedas, sabía a donde iba, aunque desconocía el destino.




Al entrar en la estación lo vio anunciado en el luminoso, “Tren nº 00947 con destino Cádiz, estacionado en la vía Nº 3 efectuara su salida a las 21’30”. No cabía ninguna duda, ese iba a ser el tren de su nueva vida.



Explicó al taquillero de ojos saltones, que viajaba solo, para reunirse con sus tíos de Cádiz, única familia que le quedaba tras la muerte de su madre. No tubo que insistir mucho pues el buen hombre pudo ver el dolor de la tristeza asomarse en los ojos de Pablo.










Ya le hubiera gustado que alguien le esperara, pero por desgracia eso no era así.



Con su billete en la mano se dirigió al convoy. Caminaba seguro pero sintiendo el oscuro peso de la soledad sobre sus hombros. Sabía que todo había cambiado, que ya nada volvería a ser lo mismo, sabía que su sonrisa se había ocultado, y que su mirada traviesa había madurado como las cerezas en verano.



Subió al tren, y mientras buscaba su sitio observo a las personas con las que se iba cruzando, se percató de que habían muchas que viajaban solas. Por lo visto la soledad era la compañera de viaje de mucha gente, y él tendría que empezar a acostumbrarse.



Se sentó en su butaca y sintió como se le debilitaba el cuerpo, introdujo la mano en su bolsillo para sacar su pañuelo, se lo llevó a la nariz y cerrando los ojos se quedó dormido. El tren arrancó adentrándose en la espesa noche, mientras, Pablo en el más dulce de sus sueños, acariciaba tiernamente las manos de su madre.

domingo, 22 de abril de 2007

Violeta y amarillo



He escuchado que hoy el cielo está gris.
El mío es violeta y amarillo.
Me siento feliz.
He contemplado en el espejo una pequeña arruga más.
Pequeña muy pequeña… pero que dice tanto.
La guardare en la cajita, junto a mi gracioso michelín.

Los años no pasan en vano.
Llenaron mis ojos de estrellas.
Fortalecieron mis pasos.
Sigo siendo la misma… más lista, más bella.
Ahora tengo el mundo en mis manos
.

sábado, 21 de abril de 2007

Sorbete de sentimientos




Lo miró a los ojos y dijo:

-Se que me amas, pues no puede ser de otra forma.

Él inspiró el humo de su cigarrillo, y dejándolo escapar por la nariz, cerró los ojos. Ella se tumbó abrazando su cuerpo desnudo al de él.

Cuando lo volvió a mirar, descubrió el débil rastro de dos diminutas lágrimas que descansaban sobre el masculino cuello. Aproximó sus labios para absorberlas. Las paladeó extasiada y supo, que también tienen sabor los sentimientos.

jueves, 19 de abril de 2007

Para todos los vanidosos




Es curioso, no tengo ni idea de Internet, y tampoco de informática, pero aquí estoy, con la esperanza de que me escuchen, como buena vanidosa, con el deseo de escuchar, para acrecentar mi vanidad.
Creo que en esta vida no se puede llegar a ningún sitio si no tienes, por lo menos, una pizca de vanidad
.