AQUELLOS SILENCIOS QUE MI ALMA HA GUARDADO DURANTE TANTOS AÑOS,AHORA HABLAN EN ESTE RINCÓN PERDIDO, EN EL QUE SE ENTREMEZCLAN LOS ECOS DE LO REAL Y LO IMAGINARIO, QUE LLEGAN, DESDE LO MÁS PROFUNDO DE MIS ADENTROS.

Tú acomódate, desnuda tu cuerpo y tu alma, embriágate del aroma a sándalo… y sueña.

jueves, 29 de mayo de 2008

Trilogía de una tristeza



VACÍO, ESPACIO, Y ALMA

He querido quererte desde mi espacio,
espacio vacío que no logro llenar,
vacío donde se encuentra mi alma,
mi alma que se encuentra en soledad.


Soledad que llena mi espacio,
espacio lleno de soledad,
vacío que lo llena todo,
todo lo que no quiero llenar.


Vacío, espacio, y alma,
que duele cuando tú no estás,
cuando tú no estás sólo hay vacío,
cuando tú no estás no queda espacio,
cuando tú no estás…
mi alma llora en soledad








HOY

Hoy, mirando en mis adentros, rebuscando en mis entrañas,

encontré un pedazito, un pedazito de mi alma.

Estaba allí, solitaria, llorosa, resignada,

y le dije, como Jesucristo a Lázaro,

¡levántate y anda!.

Mi alma cabizbaja, meditabunda, renunciada,

me dijo entre lágrimas.

“No puedo, no quiero, déjame estoy anegada”.

Yo preocupada indagué,

pero dime alma mía,

que tienes, por qué sufres, que te pasa.

Ella mirándome a los ojos,

me dijo dolorida, me dijo delirada,

“Que él se ha ido, se ha marchado,

y tú, tú te has quedado callada”.












MI SOMBRA

Sentada sobre la roca notaba las frías gotas que salpicaban las rabiosas olas, que estrellándose una y otra vez parecían quererse quejar y contar sus penas.

Sin saber porqué, la tristeza me invadía cruel, y las lágrimas retenidas enrojecían mis ojos que no las querían dejar marchar.

Mi corazón se oprimía en un largo quejido, mientras la soledad de mi alma lo azotaba con su látigo de hiel.

Y entonces sí, entonces lloré, lloré como sólo lloran los niños, entregándome al llanto convulso, sin retenciones, hasta casi ahogarme en mis propias lágrimas.

Y a mi mente vinieron tantos nombres, nombres que me acompañaban, nombres que se alejaban, nombres que me decían tanto, y tu nombre, que no… que no me decía nada.

El cielo gris se oscureció, el aire se levantó, y las olas embravecidas, se acercaban a mí con más fuerza, y en mi mente una ilusión, una idea… me llevaran con ellas.

Y abrazando mis rodillas cerré los ojos y escuché tu voz, tu voz tranquila. Me levanté y me fui, pero mi sombra… mi sombra se quedó allí… allí con ellas.