AQUELLOS SILENCIOS QUE MI ALMA HA GUARDADO DURANTE TANTOS AÑOS,AHORA HABLAN EN ESTE RINCÓN PERDIDO, EN EL QUE SE ENTREMEZCLAN LOS ECOS DE LO REAL Y LO IMAGINARIO, QUE LLEGAN, DESDE LO MÁS PROFUNDO DE MIS ADENTROS.

Tú acomódate, desnuda tu cuerpo y tu alma, embriágate del aroma a sándalo… y sueña.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Ahora que ya no te quiero




Te regalé mis sueños, sin envolver siquiera, desnudos bajo el sol de mi esperanza. Te amé durante todos estos años, a corazón abierto, como sólo se hacerlo, y te entregué mi vida, sin guardar nada, sin retener sentimientos. Pero en los malos momentos, sólo encontré tus silencios, tu quietud, tu no hacer nada.


Te entregué mis lágrimas, las de agua, las del corazón, las del alma, y cayeron en un inmenso océano, donde se perdieron, donde no sirvieron para nada.

Ahora sólo me queda la calma, la del desamor, la de la tristeza, la del dolor. La que llega después de la tormenta, la que te hace olvidar, la que te ayuda a seguir, la que te sana. Así, que ahora que ya no te quiero, ahora que no te pienso, ahora que ya no siento, solo te puedo decir adiós, ya no me debes nada.

domingo, 14 de febrero de 2010

Feliz San Valentín

Pasaste junto a mí con tu ritmo uniforme, la fragancia a gel fresco que dejaste tras de ti fue lo primero que me llamó la atención, pero tan sólo duró un segundo, porque al poner mi mirada en ti, mi mente se llenó de tus glúteos apretados bajo las mallas, y el ondular de tu pelo vestido por el sol de la tarde.


Vi como te alejabas y observando tu maculina espalda te imaginé más joven. Seguí mi camino al ritmo de la música que salía de mis pequeños auriculares, tras mis gafas oscuras vislumbraba la playa que se extendía a lo largo de todo el paseo, las palmeras se mecían lánguidas, acariciadas por la brisa que lo impregnaba todo con su suave olor a yodo. Mis pasos incansables parecían llevarme hacia algún lugar, aunque mi paseo como siempre, era hacia ninguna parte.

Dejé atrás el adoquinado paseo para seguir por el terroso camino de la playa, entonces te vi venir siguiendo con tu sesión de footing, te reconocí por tu curiosa camiseta de vivos colores y el movimiento de tu melena. Te observaba atenta, confiada tras mis gafas opacas que me proporcionaban un discreto escondite desde el que poder repasarte sin temor. Me alegró comprobar que eras más mayor de lo que al verte ir me había parecido, y de repente sucedió algo que me sorprendió. Al pasar por mi lado me miraste y me guiñaste un ojo, tropecé, y de reojo pude ver cómo sonreías.

Dices que ya me habías visto otras veces, y no entiendo como tu culito respingón pudo pasarme inadvertido. Ahora eso ya da lo mismo, la luz de tus ojos, y las palabras que pronuncia tu boca, me interesan mucho más.

Feliz San Valentín, piensa un mí, aunque sólo sea un poquito.

lunes, 1 de febrero de 2010

Desde mi deseo


La brisa acariciaba el tiempo que sometía mi pensamiento. Tu cuerpo intangible llenaba mis sesos de mil sensaciones pasionales, obscenas.



Como siempre, sólo eras un sueño, cálido, húmedo, un sueño profundo, tanto, que el aroma de tu piel impregnaba mis manos.



En el ambiente flotaba tu nombre, prohibido, imposible de pronunciar. Reflejado en mis pupilas, el movimiento de tus caderas, lento, suave. Y tú, dentro de mí, muy dentro, llenándome de ese deseo irracional que me provoca imaginarte enredado en mi cuerpo.



En tus ojos brillos de ausencia, esa que se clava en mi corazón solitario, ese corazón helado por el paso del tiempo, que de no tenerte se quiebra. Sólo veía la curva perfecta de tu espalda que se mostraba de terciopelo bajo la yema de mis dedos. Huías entre las sombras de mi somnolencia, dejándote encontrar en algún momento, para saciar mis ganas febriles de ti.



Al alcanzarte mis manos se volvían de arena, arena tostada por el sol, que recorrían tu cuerpo masculino que latía y estremecía entre mis piernas. Tu rostro pincelado de deseo me provocaba lascivia infinita que recorría mi cuerpo como un escalofrío insoportable, imposible de resistir.



Y mi cuerpo convulso se abría ante ti, abarcando todo el deseo que tiene cabida en este mundo.



He de confesarte, que eres mi más puro deseo.