AQUELLOS SILENCIOS QUE MI ALMA HA GUARDADO DURANTE TANTOS AÑOS,AHORA HABLAN EN ESTE RINCÓN PERDIDO, EN EL QUE SE ENTREMEZCLAN LOS ECOS DE LO REAL Y LO IMAGINARIO, QUE LLEGAN, DESDE LO MÁS PROFUNDO DE MIS ADENTROS.

Tú acomódate, desnuda tu cuerpo y tu alma, embriágate del aroma a sándalo… y sueña.

miércoles, 23 de junio de 2010

Llora una estrella

La vi caer, pequeña, diminuta, pero muy brillante, deslumbrante. Calló lentamente, como si de una pluma se tratara. Con esa delicadeza elegante con la que sólo caen las cosas vaporosas, sutiles.

Y como buscando su sitio, como si tuviera la firme certeza de donde debía caer, se posó en tu pecho, que subía y bajaba lentamente al relajado ritmo de tu sueño. Por un momento su destello iluminó la habitación en cuyas paredes, se dibujaron nuestras siluetas.

Me quedé mirándola detenidamente. Era pequeña, muy pequeña, pero tremendamente luminosa. Me sorprendió que tú no despertaras, no entendí que no te quemaras, puesto que al acercarme para observarla, percibí su calor, el ardor que desprendía.

Entonces, por miedo a que te lastimara, intente cogerla para apartarla de tu piel, esa piel, por mi tan amada. Pero al rozarla, al ligeramente acariciarla, se deshizo, se descompuso en miles, millones de partículas que fueron desapareciendo lentamente, apagándose sin remedio. Y volvió la oscuridad, nos envolvió de nuevo la noche, como si nada antes hubiera pasado.

Me abracé a tu cuerpo, y mientras me quedaba dormida, vi como pequeñas lágrimas incandescentes caían sobre nosotros, cubriendo nuestros cuerpos, convirtiéndonos en dos seres luminosos.

Te desperté, para que vieras lo que estaba sucediendo, y tú, al verlo, esbozaste una sonrisa, y mirándome a los ojos dijiste: Tranquila, no te asustes, sigue durmiendo, es sólo una estrella, que al vernos tan felices, llora de envidia.

sábado, 5 de junio de 2010

Al borde de mi piel

Me siento más mujer que nunca, mi cuerpo me habla de tantas experiencias vividas, y otras tantas soñadas, todas ellas acumuladas en estos años, algunos buenos, otros no tanto, y otros, que conseguí olvidar.


Mis ojos, enmarcados por pequeñas pero profundas arrugas, que salen de dentro, producidas por algún sufrimiento, y por tantas y tantas sonrisas, por tantas y tantas carcajadas, observan la vida coronada de sentimientos que pasa delante de ellos, mientras yo me zambullo de lleno en ella, sin dejarla pasar, sin quedarme indiferente, saboreando cada segundo, bebiéndomela a borbotones, sin pensar en el miedo que inevitablemente me produce su velocidad.

Bajo mi suave piel late mi sexualidad, mi pasión, mi deseo. Y a cada segundo esta mujer que llevo dentro, necesita ser saciada, con una mirada, con un gesto, con una palabra. Bajo mi suave piel, ardo ante los ojos que me miran, entre las manos que me acarician, bajo el cuerpo que me cobija.

Me refugio en mis silencios, en mi buscada soledad, o en algunas palabras, con las que juego a intentar decir algo. Otras veces simplemente me cobijo en este rincón, que siento extraño, lejano, pero a la vez tan intimo, que es capaz de despertar mis miedos, de una forma absurda, irracional.

Y entre esos placeres, entre esos deseos, entre esa pasión, te encuentras tú, que me observas en mi desnudez, mirando por la rendija de la puerta entornada que no te atreves a cruzar, en esa sexualidad estás tú, que aunque quieres pasar en silencio, tu almizclado aroma, delata tu presencia.

Acercarte a mí, desnuda tu cuerpo, asómate al borde de mi piel, y déjate llevar por mi pasión, seguro que seremos capaces, de inventar mil historias.