Cuarenta y dos, así, sin apenas respirar, da vértigo mirar hacia atrás, por las caídas más que nada. Una pregunta en la mente, ¿Cómo llegaste hasta aquí? Sólo una estúpida respuesta, en la que quizás, es mejor no pensar.
No hay dolor, ¿Quién dijo esa sandez? Pues claro que lo hay, mucho más del que se siente. Y ahora, volver a empezar, de la nada, sin nada. Hay que seguir hacia delante, no quedan más cojones, siempre hay que continuar.
¿y el descanso del guerrero? ¿Dónde está? O es que a caso no hay alivio entre batallas, sólo cuando finaliza la guerra. Por eso hay quien muere de agotamiento, evadiendo su mente de su cuerpo.
Hay tanta soledad en el camino, apenas lánguidas luces que te iluminan de vez en cuando, diminutas hogueras que en algún momento calientan con levedad. Hay tanta soledad, que las lágrimas cristalizan en el silencio, sin que hayan servido para nada, y es que, inevitablemente, hay tanta soledad…
2 comentarios:
Pasaba a saludarte y a leerte un rato, sin invadir demasiado, lo justo...
Un abrazo
Hay invasiones soñadas, otras añoradas, y algunas, deseadas. Este espacio polvoriento, silencioso y solitario es tan tuyo como mío, sólo deseo que te sientas cómodo.
Gracias, y mil besos.
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