Lloraba un niño, su llanto resonaba en el valle coronado de
estrellas, ni el cantarín sonar del rio acallaba su voz, ni el ulular del viento
suavizaba el sentimiento.
En un pequeño y viejo establo metido entre paja un pequeño
casi desnudo tiritaba de frío. Mientras en los alrededores los pastores del
lugar veían como sus animales marchaban como hipnotizados, sin atender a las
llamadas de sus dueños.
La primera en llegar fue una mula que al ver al diminuto ser
con gran delicadeza se acostó a su lado e intentó calentarlo con su
respiración. Poco más tarde llegó un buey que
se estiro en la puerta del pesebre no dejando así que entrara el frio. Poco
a poco fueron llegando ovejas y cabras que fueron rodeando la cuadra aislándola
del frio, en pocos minutos la pequeña criatura humana entró en calor y dejó de
llorar para empezar a reír alegremente.
De pronto como si de un milagro se tratara una gran estrella
los iluminó a todos cubriéndolos con un suave manto de luz, hermanándolos así para
siempre.
¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!
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