Andaba perdida en la noche, en esa oscuridad extrema en la que transcurre mi existencia cuando la ansiedad aprieta. Y quise correr para escapar de ella, de esa soledad, agria, aguda, intensa. Y mientras corría, sin mirar a tras, sin recordar, sin arrastrar todo aquello que tanto pesa, un dolor punzante, desgarrador, invadió mi pecho ya dolorido, y diríase que me partió en dos, en Ella, y en Aquella. Aquella que fui y dejé de ser hace ya tiempo, Aquella que vestía inocencia, que soñaba sin llorar, y que gustaba observar, las gotas de mar, resbalar por su piel morena. Y Ella, la que llora por soñar, y añora la humedad, de su piel curtida por la experiencia, Ella, que guarda secretos que nadie podría imaginar, que imagina que algún día encontrará el camino que fue a buscar, Ella, que pisa fuerte porque no le queda más, cambia de rumbo, y se va. Siempre fue ave de paso, y ahora… llegó el momento de marchar.
1 comentario:
Estoy segura que nadie desea que te marches demasiado lejos.
Bye.
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