“Este fuego que ya no calienta”, canta Fiti con esa voz que me llega al estomago haciéndome cosquillas, y es verdad que ya no calienta, aunque otro me quema por dentro, otro fuego nuevo, extraño, carismático, vertiginoso. Otro fuego que me remueve las entrañas y despierta mis miedos. El fuego de la pasión, de lo prohibido, del peligro, un fuego que ni siquiera sé si existe o si ha prendido llama, pero que me hace volar y eriza mi piel.Si cierro los ojos, siento que me quiero quemar, quiero arder entre las llamas, aunque luego, más tarde, en la tranquilidad, en el sosiego, me balanceo en el agua que todo lo calma, y vuelvo a la rutina, con su equilibrio, su estabilidad, su templanza, es como morir por dentro, en silencio, en soledad, en la nada. Pero siempre me quedaran los sueños en los que ardo apasionada, en los que mi piel al rojo vivo no se apaga, y mi corazón estalla. Sueños en los que muero delirada quemándome entre las llamas, mientras escribo mi nombre, un nombre, que ya, no me dice nada
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