Tengo mil historias que me gustaría contar, historias
románticas, tristes, otras divertidas, también las tengo eróticas y algunas que
me pesan en el alma. Pero están ahí encerradas, revoloteando sin poder salir,
como mariposas en un tarro de cristal.
Creo que en algún lugar del camino se me calló la ilusión,
he intentado volver atrás para ver si la podía recuperar, pero me he dado
cuenta que no hay pasos que desandar, sólo un tremendo vacio en el que no queda
nada que buscar ni encontrar.
Y aquí estoy, en este mi rincón donde la soledad calma mi
corazón, un lugar donde ver que no tienes nada no resulta doloroso, donde
vislumbro nuevos caminos por conquistar, donde queda un pequeño resquicio de
ilusión, como un último ejemplar de una especie en extinción.
El lugar al que volver cuando ya no quedan preguntas que
responder, un refugio donde algunos amigos escuchan mis plegarias, un lugar
donde ser como soy, sin tapujos ni máscaras, donde resuenan mis palabras con
ecos en la distancia.
Aquí, donde la brisa se llevó mi fragancia, donde mi piel
espera resignada, donde mi alma ha perdido tantas batallas, aquí, a la espera
de que en algún momento se abra la tapa y mis historias, desplieguen sus alas.
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