En la noche solitaria y silenciosa, leo tus letras en las que me gusta revolcarme, tus palabras resbalan por mi cuerpo dejando un rastro húmedo, brillante, impregnando mi piel de tu esencia. A veces se agarran con tanta fuerza, que me provocan heridas, heridas que se hunden en mi carne, hasta llegar a mi alma dejando en ella cicatrices, imposibles de curar.
Quisiera oírtelo decir, que soy yo a quien buscabas, quisiera, que una tarde de otoño, sentada en mi roca respirando el mar, te acercaras sigilosamente y me abrazaras por la espalda. Sin necesidad de verte, sólo sentirte, olerte, escucharte.
Te entregaría mi alma, para que la enredaras con la tuya, para que escribieras con tus letras mis sentimientos, para escribir yo con las mías tus anhelos. Para ser uno en dos, para sentir el placer que no alcanza el cuerpo.
Quisiera sentirte, desde dentro, sentirte, sin espacio, ni tiempo.
2 comentarios:
Lamería con fruición tu fruta interna, la palabra habría de abrirte de modo suave y sostenido; expendiéndote: así como universo. El apéndice dúctil pero firme se deslizaría con destreza reconociendo las humedades, el transparente lago, los pliegues rosas.
Derrámate de algún modo, mójame con tus palabras.
El lobo.
Si pudiera, derramarme entre tus letras, para resbalar por tus manos, y gotear entre tus piernas, si pudiera, evaporarme lentamente, para que tú me absorbieras, si pudiera… mmmm… …si pudiera.
¿Sientes las caricias de mi pensamiento?
Publicar un comentario