AQUELLOS SILENCIOS QUE MI ALMA HA GUARDADO DURANTE TANTOS AÑOS,AHORA HABLAN EN ESTE RINCÓN PERDIDO, EN EL QUE SE ENTREMEZCLAN LOS ECOS DE LO REAL Y LO IMAGINARIO, QUE LLEGAN, DESDE LO MÁS PROFUNDO DE MIS ADENTROS.

Tú acomódate, desnuda tu cuerpo y tu alma, embriágate del aroma a sándalo… y sueña.

viernes, 22 de mayo de 2009

Aquella tarde


La tarde resbalaba por las paredes de la habitación dejando un rastro de ligeros destellos dorados que ofrecían a la estancia un aire mágico, etéreo. Mi piel ya bronceada se estremecía al contacto de la ligera brisa que entraba por la ventana agitando delicadamente los visillos de algodón. La humedad empapaba las esquinas y se pegaba a mi cuerpo otorgándole un aspecto sintético, artificial.

Junto a mí tu cuerpo. La sinuosa curva de tu espalda me sonreía recordando lo vivido apenas unas horas antes. Y tus manos ahora quietas parecían haber olvidado los dibujos trazados en mi piel.

Lentamente como si notaras mi mirada sobre tu espalda, te giraste mostrándome tu torso terso y esculpido. En tus ojos color arena asomaba una pregunta que yo quise ignorar, y entendí que o me marchaba en ese mismo instante, o quizás, luego, sería demasiado tarde. Y quise levantarme, pero te abalanzaste sobre mí como una pantera sobre su presa.

Nos revolcamos como fieras sobre la cama a la que me ataste con las mismas sabanas. Te vi sobre mí, tus músculos tensos, brillantes, tus pupilas atravesando las mías, tus labios con una sonrisa provocadora que fue mi verdugo. No sé el tiempo que transcurrió, pero cuando nos abandonamos al agotamiento, la oscuridad nos cubría.

En aquella noche de liquidas pasiones, tu sudor se mezcló con el mío y mi piel lo absorbió, y en los atardeceres cálidos cuando el relente humedece mi piel, tu aroma asoma tímidamente por cada uno de mis poros, recordándome aquella pregunta que no quise contestar a tus ojos de arena.

6 comentarios:

Anna dijo...

A veces es mejor no hacer preguntas.

Bs

Anónimo dijo...

Y dijo:

Ahí no lo sabía, fue horas después que te fuiste, abría cajones y salía una voluta de aire con tu aroma, movía las manos y el perfume tomaba las características del sonido revoloteando contra las ventanas y regresando a mí. Al remover la arcilla con el agua la sensación era parecida a agitarte el útero con las dos manos, el útero anegado de los dos, y de ese modo olía. Nuestro aroma se insertó en las maderas y en los pocos muebles, quedó en almohadas, en las sábanas. Imperecedero en el colchón que nunca volvió a secarse.

El lobo

Vanidades dijo...

Y pasó el tiempo, y creció la distancia, y cuando el olvido se había acomodado en el melancólico bamboleo de las olas del mar, un vespertino rayo de sol se coló por la ventana atravesando los blancos visillos y calentando mi piel, que emanó tu esencia allí guardada durante todo el tiempo que duró tu ausencia.

Gracias… mi lobo.

Vanidades dijo...

Y otras… absolutamente necesario

Besos Ana.

amnesiac dijo...

me encanta tu blog

Vanidades dijo...

... y a mi me encanta que te encante.

Gracias amnesiac, y bien venida.

Mil besos.