Todo tiene un principio y un final, todo cuento su heroína, y todo camino su piedra.
Allí estaba yo, soñando con mi libertad, con mí volver a empezar. Con un pequeño paraíso de nubes de incienso y campanillas sonoras, lámparas de sal y geranios floridos.
Añorando las paredes encaladas de una tierra que nunca fue la mía, el sonido de la música de una cultura a la que no pertenezco, y el aroma de una esencia que desconozco.
Me pesa la vida, se me ralentiza el tiempo, se me espesa el aire, y necesito volar sobre el mar que me ata el alma.
Sólo me quedan papeles en blanco y lápices sin punta, pañuelos que no secan lágrimas, y un vacío que me mantiene en la distancia.
Allí estaba yo, dibujando en la arena mis deseos, dejándome acariciar por las olas, contándole a las gaviotas, mi último cuento.
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