AQUELLOS SILENCIOS QUE MI ALMA HA GUARDADO DURANTE TANTOS AÑOS,AHORA HABLAN EN ESTE RINCÓN PERDIDO, EN EL QUE SE ENTREMEZCLAN LOS ECOS DE LO REAL Y LO IMAGINARIO, QUE LLEGAN, DESDE LO MÁS PROFUNDO DE MIS ADENTROS.

Tú acomódate, desnuda tu cuerpo y tu alma, embriágate del aroma a sándalo… y sueña.

miércoles, 5 de mayo de 2010



Las pequeñas arrugas de alrededor de tus ojos se acentuaron al mismo tiempo que las comisuras de tus labios subieron suavemente. Tu perfume me llegaba envolvente, y tu voz me dio la bienvenida.

Los recuerdos se agolpaban en mi mente, llenándome de mil sensaciones, todas buenas, todas ya conocidas. Tu mano sobre mi cintura erizó mi piel y encogió mi alma. El oxigeno cogió cuerpo espesándose como un buen caldo. Lo notaba colmar mis pulmones, casi haciéndome daño.

Una lágrima rodó por tus mejillas sombreadas por la barba incipiente, que me rascó levemente cuando tus labios envolvieron los míos. La suave tela de mi camisa me acaricio la espalda al deslizarse lentamente hasta caer al suelo. Tus ojos me observaban con presura, con pasión, como si el tiempo se nos acabara, como si no pudieras esperar ni un solo segundo, como si esa fuera nuestra única oportunidad.

Tu piel ardía entre mis manos, y apreté mi pecho contra el tuyo, me fundí con tu cuerpo, sintiendo dentro de mí tus latidos, tu respiración. El dolor de los sentimientos profundos y pasionales atravesó mi ser, y haciendo un gran esfuerzo, conseguí que mis lágrimas se quedaran en mí, muy dentro.

Hacía tiempo que imaginaba el momento, aunque nunca pude pensar que algún día llegara a ser verdad. Apenas nos conocimos, pero esa mirada, me dijo tanto. Y ya sin volverte a ver, a veces, sin saber porqué, tu recuerdo me sorprendía imaginándote entre mis brazos, enredado en mi cuerpo. Y entonces, sin poder imaginarlo, sin ni siquiera pensarlo, te encontré, o debería decir que me encontraste, quizás simplemente nos encontramos. Y dejamos detrás nuestras vidas, sin pensar en consecuencias, sin importarnos lo que pasaría después, lo que nos pesaría el encuentro.

Y caímos desnudos, el uno en el otro, olvidándolo todo, sin recordar nuestros nombres. Una primera, única, y última vez, que colmó nuestras ganas, creó nuestra añoranza. Y dejó esa llaga que me duele, que seguro te daña, que nos une en las noches, en las que te llamo, o me llamas.

Nos encontramos cuando ya no había hueco, ni sitio, ni nada, que pudiera dar cabida a nuestra pasión, que diera espacio, u oportunidad a nuestra extraña historia.

Y es que da tanto miedo, cuando lo que sientes… es tan irracional.

No hay comentarios: