La sangre sobre la nieve es más roja… repetía mi mente como un martilleo incansable, monótono, enloquecedor. No sé desde cuando me perseguía esa obsesión, pero en cuanto me crucé con ella, lo entendí todo.
Había ido a una convención en Suecia, y allí la encontré, paseando por Drottninggatan, la calle de mi hotel. Sus andares, su mirada, los conocía bien, de pronto mis sueños eran realidad, la voz sonaba más clara que nunca repitiendo una y otra vez… la sangre sobre la nieve es más roja. Y ahora, tendida sobre la nieve, pálida, casi transparente, con la sangre brotando de sus heridas, esparciéndose cálidamente, brillante, tan roja… todo cobraba sentido.
La felicidad me embargaba, y una carcajada brotó de mi garganta en el mismo instante, en que el policía apretó el gatillo de su “9 mm”, que fue exactamente, lo último que vi.
2 comentarios:
Está genial, me gusta mucho.
Bs
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