AQUELLOS SILENCIOS QUE MI ALMA HA GUARDADO DURANTE TANTOS AÑOS,AHORA HABLAN EN ESTE RINCÓN PERDIDO, EN EL QUE SE ENTREMEZCLAN LOS ECOS DE LO REAL Y LO IMAGINARIO, QUE LLEGAN, DESDE LO MÁS PROFUNDO DE MIS ADENTROS.

Tú acomódate, desnuda tu cuerpo y tu alma, embriágate del aroma a sándalo… y sueña.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Aquella extraña historia







La brisa templada entraba por la ventana, que completamente abierta abría camino a los pensamientos obscenos de aquellos, que atreviéndose a soñar, volaban atravesando el aire rancio de la ciudad dejando atrás, miles de kilómetros intangibles.


Y allí, desnuda sobre el sofá, esperaba sin saberlo, al que de una forma extraña y extravagante, se convirtió en mi amor.


En un principio, desde la semiinconsciencia del primer sueño, creí que el cosquilleo suave que sentía en el perfil de mi pecho eran gotas de humedad salina condensada. Pero cuando la suavidad se convirtió en ligera presión, salí de mi amodorramiento y vi sus manos de dedos anchos y varoniles cubriendo mi piel.


Eran caricias lentas, calientes, que me levantaban la piel. Era una sensación agradable, tentadora, absolutamente irresistible. Me costó un largo instante creer que aquello que estaba sucediendo era real, verídico. Mis ojos soñolientos no conseguían enfocar aquel extraño instante. Y antes de conseguirlo, mis labios fueron sorprendidos por su boca lasciva. Cerré los ojos, y entonces, la visión fue perfecta.


El pelo oscuro le caí en suave cascada rizada descansando ligeramente sobre sus hombros anchos y redondos. Una incipiente barba descuidada cubría su rostro anguloso de marcada mandíbula. No podría decir que era exactamente guapo, pero si varonil, muy varonil. Yo quería observar su cuerpo que ya se apretaba contra el mío que sin preguntarme, había cedido entregándose sin condiciones. Su calor era intenso, acogedor, la humedad nos cubría, unificando aún más nuestros seres.


Su cuerpo se acopló en perfecta unión al mío, y por primera vez, mis ojos se encontraron con los suyos. En ellos no encontré color, eran todo profundidad, luz, paz. Así pasó la vida, la historia del mundo, todo sucedió en aquel momento, todo empezó y acabó en ese instante, y él me contó historias, historias increíbles, que yo, sin saberlo, ya conocía.


En aquel sofá, cada noche tendida desnuda esperando a sentir el cosquilleo suave en el perfil de mi pecho, dejé descansando mucha vida que viví saboreando su piel, dejándome desgastar por sus manos varoniles de dedos anchos. En aquel sofá vivimos aquella extraña historia de amor y pasión en la que me pasee al borde de mi locura. Sin nombre que gritarle al viento, ni fotos que guardar en un cajón. Simplemente un viejo sofá, y una ventana abierta por la que miro desnuda, por la que me asomo a mi delirio, por la que sueño que entra, sin hacer ruido

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